jueves, 8 de agosto de 2013

El buen periodismo divulgativo y las granadas polacas encontradas y desactivadas en León

Ayer se produjo en León una de estas noticias que suele ser habitual en las zonas donde hubo frente en la Guerra Civil Española (en este caso el Frente Norte), con la localización y desactivación de artefactos bélicos explosivos como cuatro granadas de mano. En este caso, se encontraron en dos localidades muy alejadas entre sí (y una de ellas, Villamañán a decenas de kilómetros del frente, lo que hace pensar en un error de transcripción y que fueran en Villamanín, localidad destruida por el conflicto fratricida) cuatro granadas de mano de fabricación polaca con una buena pequeña historia en sí mismas.

A veces en el mundo editorial digital español sí que se encuentran publicaciones que se encargan de intentar explicar un poco más allá de lo que es una noticia fría y sin más. Si alguien encuentra granadas polacas, que se sabe de la Guerra Civil, no está de más que se intente explicar cómo llegaron aquí y por qué estaban allí. Es el caso de este excelente artículo de fondo de iLeon.com, que, aunque con las prisas propias del periodismo, intenta responder a estas respuestas y, además, deja varios enlaces para que la gente pueda seguir investigando. Tanto Manu Militari como Tardes con Historia (que trabajan en común) defienden este tipo de artículos y documentación como algo que puede crear riqueza en el paisaje.

¿Si los anglosajones lo hacen, por qué no nosotros? Una excursión por el Frente Norte en León, aprovechando las excavaciones, por ejemplo, del Cerro de Castiltejón en 2011 (que también referencia iLeón) podría atraer negocio a la zona de Puebla de Lillo en León. Y explicar los artefactos y armas que se usaron en aquella terrible contienda siempre es bueno para recordar lo que no se debe repetir y como excusa para conocer una zona preciosa y con una fantástica gastronomía montañesa.

En todo caso, enhorabuena a iLeon.com por currarse esos artículos históricos de fondo de una noticia que, además, ha sido referenciada en muchísimos medios españoles, pero sin llegar más allá. Y hay que llegar más allá.

miércoles, 7 de agosto de 2013

El general liberal español Luis Lacy y Gautier, por nuestro colaborador Josep María Osma Bosch

Sexta entrada del colaborador de Manu Militari Josep María Osma Bosch sobre el general liberal del Ejército Español de origen francoirlandés Luis Lacy y Gautier, que desertó del Ejército Napoleónico (en el que se refugió por problemas en España) para unirse a las filas ibéricas en la Guerra de la Independencia. Un personaje peculiar y muy interesante de esos que solemos olvidar los españoles pese a que les debemos mucho más de lo que creemos al luchar contra el rey Felón Fernando VII. Y valiente como pocos; el tío ordenó disparar a su propio pelotón de ejecución nada menos. Os dejamos con este magnífico artículo.

El general liberal Luis
Roberto Lacy y Gautier

Nuestro personaje nació en San Roque, provincia de Cádiz, el 11 de enero de 1772. Hijo de Patrick de Lacy Gould, de origen irlandés, sargento mayor de un regimiento que operaba en el bloqueo de Gibraltar, a su vez hijo de Guillermo Lacy, coronel del regimiento Ultonia; por la parte materna, descendientes de Francia, también tenían la profesión de las armas, que emigraron a España durante la revolución de su país que acabó con la dinastía de los Capeto. No es de extrañar que con esta tradición militar en la familia con tan sólo 13 años de edad sentara plaza de soldado en el regimiento Borgoña, conocido también como Guardia Valona, donde servían de oficiales dos hermanos de su madre, el destino era Puerto Rico, donde demostró un gran valor en el combate siendo recompensado con el ascenso a subteniente de infantería un año después de su alistamiento.

Luis de Lacy y Gautier

Al estallar la Guerra de la Independencia, Lacy deserta del Ejército galo y entra en España por Sevilla, donde se presenta ante la Junta Central solicitando el reigreso en nuestro Ejército, es admitido con el empleo de capitán; en septiembre es ascendido a teniente coronel y dos meses después a coronel dándole el mando del Batallón de Ledesma, entrando en combate contra el francés el 29 de noviembre en Bibuerca (Zaragoza), obteniendo una gran victoria; en enero siguiente ya lo vemos de coronel y en julio con los entorchados de brigadier y a mariscal de campo en marzo de 1810. En junio del año siguiente, siendo general en jefe del ejército en Cataluña, contribuye a la liberación de sus territorios del dominio francés, a partir de ese momento, y mediante escritos, empieza a demostrar su talante liberal contra el rey Fernando VII, incluso fue investigado por tal causa y ser calificada su conducta militar, cuando servía en Cataluña, relacionada con el descenso del ánimo general de la región y la posible implicación que tuvo en la explosión de un fortín en Lérida. En enero de 1813 es nombrado Capitán General de Galicia donde ingresa en la masonería en la Logia Constitucional de la Reunión Española, donde alcanza el grado de Maestro, estando en la región gallega se le concede la Gran Cruz de San Fernando.

En noviembre de 1816, tras pasar unos meses en situación de disponible en Andalucía, se traslada a Cataluña donde se pone en contacto con otros militares, entre ellos el general Lorenzo Milans del Bosch, trazando un plan cuyo fin era la realización de una marcha desde la localidad de Caldetas a Barcelona y hacer un pronunciamiento para la restauración de la Constitución Liberal de 1812. El 4 de abril del año siguiente, día previsto para la marcha, y seguramente por culpa de alguna delación o el estar enterados los servicios de información, es detenido en la misma población de Caldetas por una partida de somatenes de payeses catalanes. Mientras tanto, el general Milans del Bosch ponía pies en polvorosa logrando entrar en Francia por los Pirineos. En el momento de su detención, Lacy -al hacer entrega de espada a su apresor, el general Llauder-,  fue amonestado por su desconcertante aptitud de dejarse coger sin lucha, diciéndole, al mismo tiempo que le tendía su mano derecha: “Mi general, esta espada está bien en manos de vuestra excelencia, yo no la recibo”.

Lacy fue conducido hasta la Ciudad Condal y confinado en la Ciudadela. Semanas después, tras una intensa investigación, fue sometido a consejo de guerra, siendo el fiscal Juan Prats y el marqués de Casa-Cagigal su defensor. Fue sentenciado a muerte por el capitán general de Cataluña Javier Castaños Aragorri Uriarte y Olavide -el vencedor de la Batalla de Bailén- y masón como Lacy y Milans del Bosch: “Considerando sus distinguidos y bien notorios servicios, particularmente en este Principado, con el ejército que formó y siguiendo los paternales impulsos de nuestro benigno soberano, es mi boto que el teniente general don Luis Lacy sufra la pena de ser pasado por las armas”. Como se puede ver, Castaños, al mismo tiempo que lo elogiaba, lo enviaba al paredón. El Secretario de Guerra, temiendo un levantamiento en Barcelona para liberar a Lacy, ordenó a Castaños que trasladase el condenado para su ejecución al castillo de Bellver en Palma de Mallorca. El 30 de junio Luis Roberto Lacy y Gautier era embarcado en el navío de guerra El Catalán rumbo a la isla mayor de las Baleares, dos días después ingresaba en la inexpugnable fortaleza mallorquina.

La lápida en honor al general Lacy, en el lugar donde mandó su propio pelotón de ejecución

A las seis en punto de la mañana del día 5 de julio de 1817, el teniente general Luis Roberto Lacy y Gautier, tras pasar la noche en su celda del castillo de Bellver -el mismo aposento que ocupó años atrás Gaspar Melchor de Jovellanos-, redactando su testamento a favor de su esposa, Emilia Dugueurmeur, y ser asistido espiritualmente por dos frailes dominicos, sentado en un sillón por padecer de gota, ordenaba a un pelotón de soldados disparar contra su cuerpo. Santiago Wittingan, marqués de Coupigny, capitán general de Mallorca, le había concedido ese último deseo. Fue enterrado en la desaparecida iglesia conventual de Santo Domingo de Palma y el 6 de junio de 1820, tras el Pronunciamiento de Riego, sus restos mortales fueron trasladados a Barcelona, donde se le realizaron solemnes honras fúnebres restituyéndole, el día 25 de marzo de ese mismo año por Real Orden, y a título póstumo, todos sus honores y rango militar: “Le fuesen restituidos todos sus honores, y se mande colocar su nombre en el salón de las Cortes como muerto en patíbulo por la Constitución”. Allá en Puerto Rico le fue dedicado el nombre de un pueblo, el cual una ver restituido el poder absolutista de Fernando VII, esa localidad se la rebautizó como Ciales, un anagrama que como se puede observar son las mismas letras del apellido de nuestro biografiado añadiéndole “es”, es decir, “es lacy” sin la “y”. En el lugar donde fue fusilado se puede contemplar una lápida en su honor.

Josep María Osma Bosch