Mostrando entradas con la etiqueta Josep María Osma Bosch. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Josep María Osma Bosch. Mostrar todas las entradas

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La invasión cristiana de Palma de Mallorca (Madîna Mayûrqa), por el colabordor José María Osma Bosch

Séptima entrada del colaborador, casi decir que parece el único que escribe aquí, de Manu Militari Josep María Osma Bosch sobre la conquista de la Palma de Mallorca musulmana, en el año 1229. Madîna Mayurqa, se llamaba. Por lo que parece el ejército cristiano no era sólo de aragoneses y del condado de Barcelona (y mucho menos de lo que ahora llaman falsamente Corona Catalano*-Aragonesa), sino de muchos otros soldados de la Cristiandad, entre pisanos, castellanos, genoveses, occitanos, leoneses, navarros y demás tipos con ganas de cortar cuellos "moros"; que era, por desgracia para algunos, lo que se estilaba en aquellos violentos tiempos por otra parte. Os dejo con la conquista de Palma por parte de Josep María. Vaya crack, el tío. Yo por mi parte estoy esperando cada 15 días a que me mande estos articulazos.

Invasión, conquista y fin 
de Madîna Mayûrqa

A mediados del mes de noviembre de 1228, en la ciudad de Tarragona, Pere Martell, un cómitre de navío y un reconocido experto nauta barcelonés -en una cena ofrecida al rey Jaume I de Aragón, señor de Montpellier y conde de Barcelona, y una representación de la alta nobleza-, exponía la grave situación que sufría el comercio marítimo con constantes abordajes de la piratería moruna mallorquina por aguas de las rutas mediterráneas. Al mes siguiente, concretamente el 23 de diciembre, en las Cortes celebradas en Barcelona y presididas por el monarca aragonés y concurridas por los estamentos de la nobleza, ciudadanía y clero, se acordó por unanimidad la invasión de Mayûrqa (Mallorca) dominada por los almohades (muwahhidum) y regida por el gobernador (walî) Abû Yahyâ Muhammad ibn Àlî ibn Álî ´Imrâm al. Tinmmâlâli, cargo que ostentaba desde el 1208, curiosamente el mismo año del nacimiento del rey Jaume I.

El 5 de septiembre de 1229, un gran ejército feudal de unos veinte mil hombres, compuesto por aragonés, catalanes, pisanos, flamencos, galos, genoveses, occitanos, castellanos, navarros… embarcaba desde los puertos de Tarragona, Salou y Cambrils, a bordo de 25 navíos de gran porte, 18 taridas y casi un centenar de embarcaciones auxiliares rumbo a la isla mayor de las orientales de Al-Andalus (Al-jaza´ir al- Sharquiya Al-Andalus), siendo la única fuerza de carácter militar profesional y disciplinada, la Orden del Temple, antigua tutora del monarca de Aragón durante su infancia en el castillo-encomienda oscense de Monzón. Ésta, mediante el comendador de Miravet, Bernat de Campanyer se ofreció participar en la expedición: “Senyor En Rei, més són hòmens de religió e són tetuts en orde per servir Déu e per defrendre a Mallorques o lla vullats sobre sarraïns, que nós irem amb vós amb .XXX. cavallers e amb .XX. Ballesters a cavall, ben aparellats de bons cavalls e d´armes e de tot ço que meterhagen, e manaren de bons sirvents qui seran bons en terra en e mar e escuders e altra companya” ('Crònica' de Bernat Desclot).

Estatua de Jaume I en Palma de Mallorca

Durante la travesía, se desató una terrible tempestad, durante la cual el rey Jaume I prometió que si cesaba la adversa climatología, construiría un templo en tierra mallorquina dedicado a santa María, que es hoy la actual catedral. Tres días después de haber zarpado de los puertos tarraconenses, la flota cristiana fondeó frente al islote Pantaleu, en la zona oeste de la isla, y según cuenta una leyenda el rey Jaume I recibió la visita de un joven moro llamado Alî de la Palomera, preconizándole una gran victoria. El moro proporcionó datos sobre las fuerzas militares que componía el suelo mallorquín e informó de la revolución habida contra el walî, la ejecución de cuatro cabecillas de la misma y la pendiente ejecución de medio centenar de implicados, sentencias que días después ante la invasión feudal fueron anuladas.

Cruz que conmemora el desembarco en Santa Ponça de Jaume I

El día 12, tras desembarcar parte de los expedicionarios en Santa Ponça, y oír misa oficiada por Berenguer de Palou, obispo de la Ciudad Condal -es decir, Barcelona-, que prometió el paraíso celestial a los que cayesen en combate, tuvieron el primer contacto bélico con los almohades mallorquines, sufriendo fuertes bajas los dos bandos. En el invasor perecieron en la lucha algunos nobles como Guillem y Ramon de Montcadas, amigos personales del monarca. Los mallorquines, tras la inicial derrotas sufrida, se retiraron hacía su ciudad, Madîna Mayûrqa; actual Palma de Mallorca. Mientras tanto, los cristianos acamparon en la alquería de Ibn Dinat, hoy en día predio conocido como Bendinat, donde enterraron a sus muertos, reagruparon sus tropas, e iniciaron el asedio a la ciudad. Yn cerco que duraría algo más de tres meses de excavaciones de minas, construcciones de maquinas de guerra y continuos asaltos al perímetro amurallado.

Al ataque en fin de año
Al amanecer del lunes 31 de diciembre -en el calendario mahometano era el 23 de Safar de la Hégira del Profeta Mahoma-, Jaume I ordenaba a sus tropas feudales el asalto y toma de Madîna Mayûrqa. Tras varias horas de lucha fratricida en los muros, los invasores accedían a la urbe por la puerta de muralla de Bâb al- Khal, lugar hoy en día desaparecido estando perpetuando el hecho histórico gracias a una lápida erigida en 1929. Los primeros en acceder la ciudad -según el ya citado anteriormente Bernat Desclot- fueron Ferrán Peris de Pina, Bernat de Gurb y Martí Peris; aunque la tradición reza que lo hizo Juan Martínez de Eslava y de forma legendaria el primero en pisarla fue San Jorge montado en un caballo blanco.

Un cuadro de la toma de Madîna Mayurqa, de Fausto Morell

Una vez tomada la ciudad y haber empezado por los invasores el sangriento saqueo casa por casa, estando el rey aragonés en el alcázar negociando con su alcaide, Aben Said al-Hakem, las clausulas de la rendición, dos peones tortosinos dijeron al monarca que sabían donde se hallaba escondido el walî Abû Yayâ, y cambio de 2.000 “lliures” se lo entregarían. El rey negoció y les abonó la mitad de lo solicitado; el gobernador almohade fue apresado y puesto bajo protección del propio Jaume I (aunque el cronista árabe Abû ibn Mutarrif Ahmad ibn ´Allâh ´ibn Amîra al-Majzûmî cuenta que murió cuarenta y cinco días después a causa de las torturas recibidas). Su hijo, de trece años de edad, se convirtió al cristianismo y el rey Jaume I le dio por esposa a Eva Roldán y de regalo de bodas el Señorío de Gotor y la Baronía de Illueca, ambos territorios de la provincia de Zaragoza.

La luna y las estrellas ya había hecho acto de presencia en la devastada ciudad; según el propio monarca aragonés en su 'Llibre dels Feits', los muertos moros fueron unos veinte mil sobre una población de ochenta mil. La bandera de Aragón, la de las cuatro barras sobre fondo amarillo ya ondeaba en la torre mayor del alcázar. Según el joven monarca, que ya empezaba a titularse Rex Majoricarum, en esa jornada, muy pocos pudieron huir hacia las montañas o a otros lugares seguros; la hermosa Madîna Mayûrqa, la ciudad que Jaume I al verla por primera vez dijo que era “la plus bella vila que anc haguésem vista, jo i aquells qui ab jo eren”, ya era historia y nacía Ciutat de Mallorques.

Josep María Osma Bosch


miércoles, 7 de agosto de 2013

El general liberal español Luis Lacy y Gautier, por nuestro colaborador Josep María Osma Bosch

Sexta entrada del colaborador de Manu Militari Josep María Osma Bosch sobre el general liberal del Ejército Español de origen francoirlandés Luis Lacy y Gautier, que desertó del Ejército Napoleónico (en el que se refugió por problemas en España) para unirse a las filas ibéricas en la Guerra de la Independencia. Un personaje peculiar y muy interesante de esos que solemos olvidar los españoles pese a que les debemos mucho más de lo que creemos al luchar contra el rey Felón Fernando VII. Y valiente como pocos; el tío ordenó disparar a su propio pelotón de ejecución nada menos. Os dejamos con este magnífico artículo.

El general liberal Luis
Roberto Lacy y Gautier

Nuestro personaje nació en San Roque, provincia de Cádiz, el 11 de enero de 1772. Hijo de Patrick de Lacy Gould, de origen irlandés, sargento mayor de un regimiento que operaba en el bloqueo de Gibraltar, a su vez hijo de Guillermo Lacy, coronel del regimiento Ultonia; por la parte materna, descendientes de Francia, también tenían la profesión de las armas, que emigraron a España durante la revolución de su país que acabó con la dinastía de los Capeto. No es de extrañar que con esta tradición militar en la familia con tan sólo 13 años de edad sentara plaza de soldado en el regimiento Borgoña, conocido también como Guardia Valona, donde servían de oficiales dos hermanos de su madre, el destino era Puerto Rico, donde demostró un gran valor en el combate siendo recompensado con el ascenso a subteniente de infantería un año después de su alistamiento.

Luis de Lacy y Gautier

Al estallar la Guerra de la Independencia, Lacy deserta del Ejército galo y entra en España por Sevilla, donde se presenta ante la Junta Central solicitando el reigreso en nuestro Ejército, es admitido con el empleo de capitán; en septiembre es ascendido a teniente coronel y dos meses después a coronel dándole el mando del Batallón de Ledesma, entrando en combate contra el francés el 29 de noviembre en Bibuerca (Zaragoza), obteniendo una gran victoria; en enero siguiente ya lo vemos de coronel y en julio con los entorchados de brigadier y a mariscal de campo en marzo de 1810. En junio del año siguiente, siendo general en jefe del ejército en Cataluña, contribuye a la liberación de sus territorios del dominio francés, a partir de ese momento, y mediante escritos, empieza a demostrar su talante liberal contra el rey Fernando VII, incluso fue investigado por tal causa y ser calificada su conducta militar, cuando servía en Cataluña, relacionada con el descenso del ánimo general de la región y la posible implicación que tuvo en la explosión de un fortín en Lérida. En enero de 1813 es nombrado Capitán General de Galicia donde ingresa en la masonería en la Logia Constitucional de la Reunión Española, donde alcanza el grado de Maestro, estando en la región gallega se le concede la Gran Cruz de San Fernando.

En noviembre de 1816, tras pasar unos meses en situación de disponible en Andalucía, se traslada a Cataluña donde se pone en contacto con otros militares, entre ellos el general Lorenzo Milans del Bosch, trazando un plan cuyo fin era la realización de una marcha desde la localidad de Caldetas a Barcelona y hacer un pronunciamiento para la restauración de la Constitución Liberal de 1812. El 4 de abril del año siguiente, día previsto para la marcha, y seguramente por culpa de alguna delación o el estar enterados los servicios de información, es detenido en la misma población de Caldetas por una partida de somatenes de payeses catalanes. Mientras tanto, el general Milans del Bosch ponía pies en polvorosa logrando entrar en Francia por los Pirineos. En el momento de su detención, Lacy -al hacer entrega de espada a su apresor, el general Llauder-,  fue amonestado por su desconcertante aptitud de dejarse coger sin lucha, diciéndole, al mismo tiempo que le tendía su mano derecha: “Mi general, esta espada está bien en manos de vuestra excelencia, yo no la recibo”.

Lacy fue conducido hasta la Ciudad Condal y confinado en la Ciudadela. Semanas después, tras una intensa investigación, fue sometido a consejo de guerra, siendo el fiscal Juan Prats y el marqués de Casa-Cagigal su defensor. Fue sentenciado a muerte por el capitán general de Cataluña Javier Castaños Aragorri Uriarte y Olavide -el vencedor de la Batalla de Bailén- y masón como Lacy y Milans del Bosch: “Considerando sus distinguidos y bien notorios servicios, particularmente en este Principado, con el ejército que formó y siguiendo los paternales impulsos de nuestro benigno soberano, es mi boto que el teniente general don Luis Lacy sufra la pena de ser pasado por las armas”. Como se puede ver, Castaños, al mismo tiempo que lo elogiaba, lo enviaba al paredón. El Secretario de Guerra, temiendo un levantamiento en Barcelona para liberar a Lacy, ordenó a Castaños que trasladase el condenado para su ejecución al castillo de Bellver en Palma de Mallorca. El 30 de junio Luis Roberto Lacy y Gautier era embarcado en el navío de guerra El Catalán rumbo a la isla mayor de las Baleares, dos días después ingresaba en la inexpugnable fortaleza mallorquina.

La lápida en honor al general Lacy, en el lugar donde mandó su propio pelotón de ejecución

A las seis en punto de la mañana del día 5 de julio de 1817, el teniente general Luis Roberto Lacy y Gautier, tras pasar la noche en su celda del castillo de Bellver -el mismo aposento que ocupó años atrás Gaspar Melchor de Jovellanos-, redactando su testamento a favor de su esposa, Emilia Dugueurmeur, y ser asistido espiritualmente por dos frailes dominicos, sentado en un sillón por padecer de gota, ordenaba a un pelotón de soldados disparar contra su cuerpo. Santiago Wittingan, marqués de Coupigny, capitán general de Mallorca, le había concedido ese último deseo. Fue enterrado en la desaparecida iglesia conventual de Santo Domingo de Palma y el 6 de junio de 1820, tras el Pronunciamiento de Riego, sus restos mortales fueron trasladados a Barcelona, donde se le realizaron solemnes honras fúnebres restituyéndole, el día 25 de marzo de ese mismo año por Real Orden, y a título póstumo, todos sus honores y rango militar: “Le fuesen restituidos todos sus honores, y se mande colocar su nombre en el salón de las Cortes como muerto en patíbulo por la Constitución”. Allá en Puerto Rico le fue dedicado el nombre de un pueblo, el cual una ver restituido el poder absolutista de Fernando VII, esa localidad se la rebautizó como Ciales, un anagrama que como se puede observar son las mismas letras del apellido de nuestro biografiado añadiéndole “es”, es decir, “es lacy” sin la “y”. En el lugar donde fue fusilado se puede contemplar una lápida en su honor.

Josep María Osma Bosch

miércoles, 3 de julio de 2013

La colaboración de Josep María Bosch - La Orden del Temple y la muerte de los Hermanos Carvajales


Quinta entrada del colaborador Josep María Osma Bosch, que hoy sale a las tantas de la noche (en vez de por la mañana como es habitual) por cuestiones relativas al trabajo de este editor que suscribe el blog. Hoy habla de los Templarios, que en León tienen una gran tradición sobre todo en Ponferrada con un castillo templario de leyenda (de los más bonitos que he visto en España y de un tamaño descomunal encima. También habla de Fernando IV de Castilla y León, el que ordenó construir Las Cercas, la muralla medieval de León que no tiene cubos, doble muralla y un almenado precioso (aunque la terminó su hijo Alfonso IX). Hay que agradecerle el piropo que le dedica a Manu Militari y disfrutar mucho con este artículo, corto pero intenso (porque en realidad es uno de muchos). ¡Qué gran fichaje!

La trágica muerte de los
Hermanos Carvajales


Sin ninguna clase de dudas, los temas relacionados con la Orden del Temple suscitan hoy en día un gran interés, apareciendo de forma periódica sobre la misma novelas históricas, trabajos de investigación , seminarios y por supuesto grupos de personas que, sin tener base legal para ello, se proclaman herederos legítimos de aquellos hombres, mitad frailes y mitad soldados, que a lo largo de sus casi dos siglos de existencia llegaron a convertirse en la poderosa y temida de todas las órdenes fundadas en esos tiempos, todavía oscuros, de la Edad Media.

Muchos son los artículos sobre historias y leyendas templarias que a lo largo de mi vida he escrito en diversas publicaciones tanto digitales como gráficas, y he visto conveniente recogerlas de nuevo en esta estupenda página dedicada a temática militar. Hoy daré inicio a esta serie de artículos con una historia, en parte leyenda, que hace muchos años, cuando supe de ella, me conmocionó por lo trágico del entorno en que sucedió. Veamos...

A principios de 1312 la Orden del Temple de Salomón en suelo hispano fue declarada inocente de los cargos imputados a sus hermanos galos, pero aunque absueltos les obligaron a integrarse en otras órdenes. A principios de ese año, el rey Fernando IV de Castilla y León, hallándose por tierras palentinas tuvo la noticia del asesinato de su privado Juan de Benavides, muerte atribuida a Juan Alfonso y Pedro Alfonso de Carvajal, dos hermanos de sangre antiguos templarios que servían en la Orden de Calatrava.

Éstos, advertidos de la imputación, buscaron escondite por los montes de la provincia de Jaén. Meses después -concretamente el 9 de agosto- fueron apretados, y aunque eran inocentes pedían un juicio justo, pero el propio rey Fernando los sentenció a morir despeñados dentro de una jaula de hierro por una peña de Martos, cerca del lugar donde fueron capturados. Antes de ser arrojados al vacío, los dos condenados empezaron al monarca para que un plazo de treinta días tuviera que rendir cuentas a Dios sobre ese acto horrendo contra dos inocentes.

El día 7 del siguiente mes, Fernando IV, estando en su palacio de Jaén -que hoy alberga la diputación provincial-, tras realizar la colación del medio día como era costumbre en él se tomó una siesta, de la cual no despertó nunca. Tenía de edad veinticuatro años en ese momento de su óbito y a partir de ese día pasó a ser conocido históricamente como el Emplazado. En el lugar donde cayó la jaula, hoy en día convertido en una plaza pública de Martos, se hay erigida una cruz conocida por el vulgo como la Cruz del Lloro, y la cima donde fueron despeñados como de Malvecino.

El 18 de marzo de Marzo 1314, Jacques de Molay, último Gran Maestre de la Orden del Temple, ardiendo en la hoguera levantada en la pequeña Isla de los Judíos en el río Sena (París), delante de la Catedral de Notre-Dame, también emplazaba delante de Dios a sus verdugos antes de transcurrir un año: el Papa Clemente V fallecía el 20 de abril de un gran dolor que le abrasaba su vientre; el rey de Francia Felipe IV, dejaba este mundo el 9 de noviembre a causa de un accidente de caza cuando montaba su caballo en el bosque de Fontainebleau que le ocasionó una apoplejía cerebral.

No quiero concluir este artículo sin dejar de recomendar a los lectores de este blog, con el beneplácito de su fundador y administrador, el libro Templarios en Mallorca (Ediciones Dédalo, Barcelona; año 2013), escrito por José María Ibáñez Gandía y Juan Manuel Ruiz Fernández, dos buenos amigos míos y colegas en la investigación histórica a los que deseo de todo corazón -y esperando nuevas colaboraciones en comandita-, suerte.

Josep María Osma Bosch

miércoles, 12 de junio de 2013

La colaboración de Josep María Osma: El príncipe Ferrando de Mallorques (Mallorca)

Cuarta entrada del colaborador Josep María Osma Bosch, que con la falta de actualizaciones de este blog va a parecer que es el suyo propio (y se lo merecería sin duda). En esta ocasión habla del príncipe Fernando de Mallorca, tercer hijo de Jaime II de ese reino, cuya vida guerrera podría ser comparable a Enrique de Castilla y León (hermano de Alfonso X de esos reinos), ya que fue aventurero, jefe de los Almogávares y un fuerte militar protagonista de los movimientos militares en Sicilia y Grecia de la época (al Enrique del reino occidental de la península le correspondió ser senador de Roma, cruzado e incluso candidato al trono leonés enfrentado a su hermano Alfonso). Son dos militares aventureros prototípicos de la Edad Media española con tantas vicisitudes que sorprende la coincidencia de sus figuras: incluso al final de sus vidas fueron los tutores de los reyes Sancho I de Mallorca en el caso de Ferrando y  Fernando IV de Castilla y León en el caso del segundo. Apasionante vida la del mallorquín, sin duda -cuya historia militar comienza con el fin de la del senador de Roma, Enrique-, y explicada con la excelente pluma de Josep. Todo un lujo que hace de este blog algo muy especial para su editor y lectores. Con este apasionante artículo os dejamos.


El príncipe aventurero 
Ferrando de Mallorques

Según Albert Lecoy de la Marche, uno de los más grandes eruditos sobre el Reino de Mallorca, en su libro Les relatións politiques de la France avec le Royaume de Majorca (Paris, 1892) data en el año 1278 el nacimiento de nuestro protagonista, sin saber el lugar exacto, aunque supone que fue en una de las tres urbes más importantes del Reino de Mallorca: Ciutat de Mallorca (actual Palma), Montpellier o Perpinyà. Al no ser heredero al trono se le destinó a la vida religiosa, pero pronto demostró una gran destreza en el manejo de las armas y un carácter extrovertido no propio para vivir el resto de sus días en un cenobio.

En febrero de 1304, dos años después de haber sufrido un intento de secuestro por parte del caudillo almogávar italiano Roger de Flor -quién al no poderlo llevar a cabo con éxito devastó las costas mallorquinas-, estando en el castillo de Còs -en Sant Joan de Pla de Cors (Occitania)-, el fraile Bernat Deliciós, en nombre de la conjuracion que se preparaba para separar Occitania de Francia, le ofrece la corona de esos territorios. Ferrando aceptó. Su padre, que también se hallaba por los contornos en una entrevista con el rey de Francia, Felipe IV -con el que también mantenía unas excelentes relaciones diplomáticas-, le reprendió por su acción, situación que dio a lugar a una enemistad entre padre e hijo que duraría varios años. Acto seguido, Ferrando abandonó Occitania fijando su residencia en Barcelona donde estaba la corte de su primo el rey Jaime II de Aragón. Transcurridos dos años, ofrece sus servicios al rey Federico III de Sicilia, reino que pertenecía a la Corona aragonesa. En el contrato firmado por las dos partes se nombraba al mallorquín jefe supremo -en sustitución de Roger de Flor asesinado por los bizantinos-, de las Companyes Catalanes, los almogávares, unidades mercenarias con poca disciplina a sus mandos compuesta por aragoneses, valencianos, mallorquines, catalanes, alanos, turcos y de otras nacionalidades, que al grito de "¡Desperta Ferro!" ("¡Despierta Hierro!") combatían por el antiguo Imperio Otomano, en el Mediterráneo Oriental, territorios que pretendían tener bajo su poder los anteriormente citados monarcas de Aragón, Francia y Sicilia.



Semanas después llegaba a su destino, Galiopoli, en los Dardalenos, donde se hizo respetar y obedecer por los jefes de cuerpo Berenguer d' Enteça, Fernando Xemenis d' Arenós y Ramon Muntaner; este último con el que congeniaría más y quien con el devenir del tiempo se convertiría en uno de los grandes cronistas medievales. Con el que no hizo buenas migas fue con Robert de Rocafort, un valenciano envidioso y traidor que pretendía la jefatura máxima de los almogávares y que para lograrlo urdió un plan para asesinar a los otros cuatro mandos, aunque solamente pudo realizarlo en la persona de Berenguer d' Enteça. Ferrando, viendo que aquellos sanguinarios e indisciplinados hombres, acostumbrados a matar y al saqueo, eran imposibles de gobernar, decidió abandonarlos y junto a Ramon Muntaner iniciaron el viaje de regreso a Sicilia. Años después, Robert de Rocafort, habiendo traicionado al rey de Sicilia, fue hecho prisionero por el rey Roberto de Nápoles, terminando sus días en ese mundo terrenal en una lúgubre mazmorra de la fortaleza napolitana de Aversa.

El castillo de Nápoles

Tras pasar un tiempo en las localidades griegas como Thassos, Almyros, Scorpelos, habiendo salido del puerto de Halkis y estando cerca de la isla de Eubea -antaño llamada Negroponte-, en el Mar Egeo, fueron interceptados de Carlos de Valois, enemigo acérrimo de Federico III de Sicilia, embarcaciones al mando de Tibaut de Cipoys. Tanto el Infante como Muntaner permanecieron un año encerrado, bajo la vigilancia del duque de Atenas en el castillo de Saint Omer, una fortaleza de dominio galo en Grecia que sería destruida años después por los almogávares de Rocafort y de la que hoy en día solamente resta en pie una torre. El primero en recobrar la libertad fue Ramon Muntaner, y poco después Ferrando gracias a las intercesiones de los reyes de Mallorques, Aragón, Francia y de su hermana Sanxa -esposa del monarca de Nápoles-, llegando a Perpinyà donde fue recibido con todos los honores y se reconcilió con su padre.

A principios de 1309, su padre -con el cual, como hemos visto, ya estaba plenamente reconciliado-, le comisionó para que con cien caballeros, muchos hombres de a pie y con varias galeras participase en el asedio que los reyes Jaime II de Aragón y Fernando IV de Castilla y León -aprovechando las luchas internas de los moros granadinos-, habían puesto sitio a Al-Maryyat Bayyana, la ciudad de Almería. Tras unos meses de algunas escaramuzas, y en pleno invierno, en las cual Ferrando volvió a demostrar sus dotes de mando y valerosidad -incluso llegando a matar en una lucha cuerpo a cuerpo a un hijo del emir de Wadi Ash (actual Guadix)-, el rey de Aragón levantó su campamento a cambio de la devolución de los prisioneros cristianos; el de Castilla y León hizo lo mismo pero a cambio de una fuerte suma de dinero.

Mientras Ferrando luchaba con denuedo por tierras moras de Almería, su padre proyectaba su matrimonio, siendo tres las mujeres de sangre azul las elegidas, pero ninguna de las negociaciones llegaron a buen término: Isabel, hermana del rey Fernando el Emplazado de Castilla y León, se casó con el duque Juan III de Bretaña; Clarencia de Hungría-Anjou, hija de Carlos Martes de Anjouy sobrina de Roberto de Nápoles; y la hija de un alto dignatario jurista de Gallura (Cerdeña).

Deceso de su padre
A la muerte de su padre, ocurrida en el Palacio Real de la Almudaina de Ciutat de Mallorques el 23 de mayo de 1311, Ferrando se ocupó de organizar las honras fúnebres y entierro, tomando la regencia del reino hasta la llegada del nuevo monarca, su hermano Sanxo, que reinaría por la renuncia de Jaume, el mayor de de los hijos mayores de fallecido rey, por haber ingresado el la orden religiosa de San Francisco de Asís. Desde la llegada de Sanxo, que se hallaba en Perpinyà, nuestro personaje fue a la vez su asesor y escolta, acompañándolo en viajes como el realizado el 6 de agosto de ese mismo año en Sales, en los límites del Rosselló en una entrevista con el rey Felipe IV el Bello de Francia. Al año siguiente es requerido de nuevo por su pariente Federico III de Sicilia dándole el Señorío de Catalina y el castillo de Ursino, con la jurisdicción civil y criminal sobre sus nuevos súbditos.

El 12 de febrero de 1314, en Messina (Sicilia) se firman las capitulaciones de su matrimonio con Isabel de Sabrán, de catorce años de edad, heredera del Principado de Morea-Acaya (Grecia) y del Señorío de Matagrifon en el Peloponeso griego. Anteriormente ya había tenido algunos hijos naturales, siendo el más conocido Pagà, que murió luchando en la batalla de Llucmajor (Mallorca) el 25de octubre de 1349 en el último intentó de recuperar el reino mallorquín usurpado por Aragón. En julio de ese mismo año, Isabel de Sabrán engendra un niño que nacería el 5 de abril del siguiente año y que con el tiempo se convertiría rey de Mallorques con el nombre de Jaume III. Un mes después del parto, y al regreso de un viaje por tierras mallorquinas, la adolescente madre fallece. El recién nacido, a instancias de su desolado padre, es dado en custodia a su gran amigo Ramon Muntaner, quien tras un viaje por mar y tierra lleno de peligros por el temor de un secuestro del infante por parte Luis de Borgoña -viudo de Mafalda de Hainaut, pariente de Isabel de Sabrán, y de Roberto de Nápoles, ambos pretendientes al Principado de Morea-Acaya-, lo entrega en Perpinyà a la reina Esclaramonda, viuda de Jaume II de Mallorques.

Moneda Aquea bajo el Gobierno de Ferrando de Mallorca (Wikimedia Commons)

Mientras tanto nuestro aventurero Ferrando prosigue con su vida bélica. El 17 de agosto, defendiendo sus derechos sobre Morea-Acaya, al frente de un gran ejército almogávar, desembarca en Clarenza tomando el castillo de Clermont y ocupando todo ese territorio de Morea. Tras esa gran y sonada victoria, sus adversarios, Roberto de Anjou, Luis de Borgoña a los que se había añadido la República de Venecia siguieron con contraataques; pero, de nuevo, la gran estrategia en el arte de la guerra de Ferrando, que había solicitado refuerzos a su hermano Sancho y a su primo el rey de Aragón, los derrotó el 22 de febrero siguiente en la batalla del río Alpheilo o de los Carbones, cercano a las ruinas de Olimpia. Medio año antes había contraído matrimonio en segundas nupcias con Isabel de Ibelin princesa de Chipre, de esta unión nacería un hijo postumo que se llamaría como él.

Muerte en batalla
El día 5 de julio, no habiendo recibido los refuerzos solicitados a sus parientes, entabla batalla en Manola (Grecia), contra las tropas de Luis de Borgoña. En ella es derribado de su montura y decapitado dando su cabeza a mostrar al borgoñés, quién, en un acto de nobleza, ordenó colocará junto al resto del cadáver y cubrirlo con una capa. Al día siguiente, dos galeras mallorquinas, llevando a bordo los refuerzos en su momento requeridos por el malogrado Ferrando, fondeaban en el puerto de Clarenza sin realizar el desembarco. El almirante de la expedición naval, el mallorquín Arnau de Cassà, mantuvo a bordo una entrevista con un representante de Luis de Borgoña, acordándose la repatriación de los restos mortales del infante. Semanas después, en Perpinyà, Ferrando era sepultado, según su testamento, en la iglesia conventual de los dominicos de aquella ciudad peninsular del Reino de Mallorques, y en esa jornada las honras funebres fueron dobles, ya que hacía pocos días que había fallecido su madre, la reina Esclaramonda. Casualmente, treinta y tres años después, su hijo Jaume III morirá de la misma forma y a manos de un anónimo almogávar en la batalla de Llucmajor (Mallorca).
                                                               
Josep Maria Osma Bosch

miércoles, 29 de mayo de 2013

La colaboración de Josep María Osma Bosch - Los prisioneros franceses de la isla de La Cabrera

Tercera entrada del colaborador Josep María Osma Bosch, un poco tarde según lo acostumbrado porque no he podido por razones de salud mirar por el blog. Tiene su gracia que nuestro colaborador más potente elija este tema, porque en mi convalecencia estuve hablando con un amigo mío sobre este tema y precisamente el sábado, Día de las Fuerzas Armadas, iba a mencionar la batalla de Bailén, de la cual son prisioneros estos pobres franceses que sufrieron lo indecible (quedando sólo la tercera parte ya que los demás murieron de hambre y locura, llegaron a comerse los cinturones para conseguir la poca proteína que conserva el cuero). Más que ilustrativa esta entrada, sin duda; aprenderéis mucho.


Los prisioneros franceses 
de la isla de Cabrera

El archipiélago de Cabrera, declarado Parque Marítimo-Terrestre el 29 de abril de 1991, Ley 14/ 91 (B.O.E., nº 103, 30 de abril de 1991), se halla situado al sur de Mallorca separado por un estrecho de diez kikómetros del Cap de Ses Salines y a 12 de la colonia de Sant Jordi. Es una prolongación de la sierra de Levante emergente del mar, y está compuesto por un grupo de 18 islas e islotes, los cuales fueron visitados por civilizaciones de la antigüedad como es el caso de Sa Conillera, islote que según un texto erróneo transcrito por el escritor, científico, militar y naturalista romano Gayo Plinio Cecilio Segundo, -conocido como Plinio el Viejo-, fue el lugar de nacimiento del gran caudillo cartaginés Aníbal Barca. Otras islas e islotes son Na Foradada, de Ses Bledes, Na Redona, de Ses Rates, Es Estels, S´Imperial, d´es Fonoll, Na Pobre, Na Plana… y la mayor de todo el conjunto y que da el nombre al archipiélago: Cabrera. Todo el archipiélago de forma administrativa pertenece al término municipal de Palma de Mallorca, al distrito de Santa Catalina, y eclesiásticamente a la parroquia de Santa Creu.

La isla de Cabrera tiene una longitud de siete kilómetros y tiene cinco de ancha. Ocupa la mayor parte terrestre de todo el archipiélago, siendo la elevación más alta la de Na Picamosques de de 172 metros sobre el nivel del mar. Posee una rica fauna aérea, terrestre, marina y vegetación con especies endémicas como: el halcón Eleonor (Falco eleonorae), halcón peregrino (Falco peregrinus), águila pescadora (Pandion hailaetus), gaviota patiamarilla (Larus michahelis), pardela cenicienta (Calonectris diomedea), cormorán moñudo (Phalacrcorax aristotelis), pardela balear (Puffinus mauretanicus),jilguero (Carduelis carduelis), verderón común (Carduelis chloris)… conejo (Orytolagus cuniculus), rata negra (Rattus rattus), erizo moruno (Atelerix algirus), murciélago rabudo (Taradidateniotis), cabra (Capra aegagrus hircus), lagartija negra balear (Podarcis llifordis kuligas)… tortuga láud (Dermochelys coriácea), foca monje (Monachus monachus), delfín (Delphinidae), lubina (Dicentrarchus labrax), congrio (Congridae), dentón (Dentex dentex), langosta (Parinuris elephas), dorada (Sparus aurata)… astrálago (Astralagus balearicus), hipérico (Hypericum balearicum), boj (Buxus baleárica), pino carrasca (Pinus halepensis), sabinar (Juniperus phoenicea), cebolla albarrana (Urginea marítima)…

Su nombre se debe a la gran cantidad de cabras montesas que pudieron ver los talayóticos, fenicios, cartagineses, romanos, bizantinos y piratas berberiscos que la pisaron. Su primer propietario, tras la conquista feudal a las Baleares del rey Jaime I de Aragón en 1229, fue Ferrari de San Martín, pavorde de Tarragona. En el siglo XV, debido a los frecuentes ataques de piratas berberiscos a la isla, se construyó el castillo con la misión de vigilar la entrada a la bahía.

A finales del siglo XIX, Cabrera perteneció a la familia Feliu explotándola agrícolamente con viñedos y cereales; en ella murió Jacinto Feliu Ferrà de la Mola heredándola su hijo, Sebastián Feliu i Fons. En 1916, el Estado la expropió por 362.148 pesetas de la época aludiendo las constantes visitas que realizaban barcos de las diferentes naciones que combatían en la Primera Guerra Mundial, para su vigilancia se instaló un pequeño destacamento militar. El archipiélago de Cabrera fue hasta hace poco campo de maniobras bélicas, de las cuales, en algunas ocasiones durante los años que estuve en el Ejército fui parte participante.

Muchas son las historias y leyendas que se cuentan de la isla, aunque a modo particular, son tres las que siempre me han llamado la atención y de las cuales he investigado y algún artículo he escrito de ellas. Una es la presencia pirata y corsaria que durante años navegaron y asentaron por su suel.; otra es la del piloto alemán Johannes Bockker que se estrelló cerca de la costa con su ME 109 tras ser abatido en 1944 por un caza británico; se recuperó su cadáver y lo enterraron en el pequeño cementerio de la isla a lado de un pescador mallorquín ahogado por las cercanías y se cuenta que el fantasma del aviador se aparecía por las noches en la guarnición militar; un día, una delegación alemana exhumo sus restos trasladándolos con honores al cementerio germano de Cuacos de Yuste (Cáceres), camposanto donde se hallan sepultados muchos de los alemanes caídos durante la Guerra Civil de España de 1936-39, aunque curiosamente, y de forma errónea, quien se dio entierro en ese cementerio cacereño fue el del pescador, y el espíritu de Bockker sigue deambulado por las noches de la isla.

Pero la historia más trágica de Cabrera es la que a continuación tendremos conocimiento.

Los prisioneros franceses de Bailén
El 19 de julio de ese mismo año, durante la Guerra de la Independencia, en Bailén, provincia de Jaén, el Ejército de Andalucía (30.000 hombres), cuyo mando lo ostentaba el capitán general Francisco Javier Castaños Aragori Urioste Olavide, derrotaba al segundo Cuerpo de la Gironda, unos 20.000 efectivos mandados por el general de división Pierre-Antoine Dupont de L´Etang; esa batalla, la primera perdida por los franceses en suelo hispano y el abandono de Madrid de José I -rey impuesto por Napoleón Bonaparte, su hermano-, dio un balance por parte derrotada de 2.200 muertos, 400 heridos y 18.400 prisioneros, por la española, 240 muertos y 740 heridos. Dos días después, en Andújar, localidad cercana al campo de batalla, se firmaron las capitulaciones de la rendición. En una de esas clausulas se exponía que esos miles de franceses capturados serían repatriados para intercambiarlos con prisioneros españoles, y mientras se realizaban los protocolos, serían trasladados a pie hasta Cádiz. Esa marcha pedestre fue un autentico calvario para ellos, sufriendo palizas, insultos en las poblaciones andaluzas que cruzaban, llegando a morir muchos de ellos a manos de aquellos, sin que la guarnición que la guarnición hispano-británica que los custodiaba hiciera nada para evitarlo.

La rendición de Dupont en Bailén al general Castaños (izquierda)

El 10 de agosto, ya estando en la ciudad gaditana, las autoridades, viendo que era imposible alojarlos en las cárceles locales y que no había suficientes barcos disponibles para su transporte, decidieron enviar a Francia a los oficiales de más alta graduación, los cuales, una vez en su país padecían la desaprobación de su emperador, Napoleón, por su cobarde rendición ante el enemigo siendo expulsados del Ejército Imperial, desposeídos de sus títulos nobiliarios, confiscados sus bienes, y algunos terminaron sus días en presidio, como al propio Dupont. El resto de los apresados, y oficiales menores, suboficiales, cabos y soldados quedaron en España, se les confinó en pontones, es decir, navíos fuera de servicio y desarbolados, en el puerto de Sanlúcar de Barrameda; situación que hizo que la gran multitud estuviera hacinada y pronto empezaron los fallecimientos por causa de falta de higiene, sanidad y mala y escasa alimentación. Está documentado que cada día se producían de 30 a 40 muertes.

Los prisioneros franceses desnudos y comiéndose cualquier cosa

Las negociaciones del intercambio quedaron paralizadas; fue entonces cuando el Consejo de Defensa Nacional y los aliados británicos optaron por enviar un grupo de cuatro mil a las Islas Canarias. Éstos fueron los que les tocó mejor suerte, ya que fueron bien acogidos y se integraron de lleno entre la población nativa. El 9 de abril los restantes prisioneros que todavía permanecían en los pontones fueron embarcados en una flota compuesta por enviar 14 navíos españoles y 3 británicos optaron, creyendo los cautivos que pronto estarían en sus hogares, aunque todo lo contrario. Veintiún días después, habiendo transcurrido una flota pésima travesía, la flota fondeaba en la bahía De Palma llevando a bordo 4.750 prisioneros entre los que había algunas mujeres (una de ellas había parido durante el viaje). La oficialidad fue recluida en el castillo de Bellver, fortaleza donde perduran los grafitis escritos piropos ellos; los suboficiales y tropa serían desembarcados en la isla de Cabrera, un islote yerno, con escasa agua potable y sin posibilidad de evasión, esa porción de tierra en medio del mar se convertía en el primer campo de concentración en la historia europea.

El castillo de Cabrera

Según lo acordado en la Junta Provincial de Mallorca, cada prisionero debería de recibir al día una libra de pan y un puñado de habas, pero paulatinamente el suministro fue menguando hasta darse por finalizado. El agua potable también dejó de llegar debido que un grupo de cautivos asaltase al buque-cisterna, hecho que hizo que el capitán del navío se negase a prestar más ese servicio. El hambre hacía estragos entre la población reclusa, muchos murieron por ingerir plantas y bultos no aptos para el consumo humano, como la citada anteriormente cebolla albarrana (Urigenea marítima); con el agua de mar cocían sus ropas bebiéndose el caldo resultante. Hubo casos de canibalismo que se castigaron con la muerte; también hubo casos que se volvieron locos arrojándose por los acantilados perdiendo la vida al golpearse con las rocas.

Fin de la guerra, vuelta a casa olvido y homenaje
En el año 1814, una vez finalizada la Guerra de la Independencia y haber regresado a España Fernando VII, los 3.600 prisioneros supervivientes de Cabrera fueron repatriados y recibidos sin honores en su país; se calcula que durante los cinco años que la isla tuvo la función de presidió su población reclusa fue entre seis mil y nueve mil personas.

En 1847, una escuadra de la Armada de Francia, al mando de Françoise Ferdinand Philippe Luis d'Orleans, príncipe de Joinville, erigió en la Serrano del Miga de la isla un monumento en memoria de sus compatriotas que allí vivieron en condiciones infrahumanas y muchos de ellos dejan sus vidas. El monumento es un obelisco realizado con piedra de Santanyní (Mallorca), de 7,23 metros de altura. Está rematado por una cruz de hierro, protegido por una verja del mismo metal, tiene en su base una cripta donde hay infinidad de restos óseos de los prisioneros, y en su parte frontal se lee la inscripción: "A la memoria des Françoise à Cabrera".

Josep Maria Osma Bosch


Nota: La verdad es que es tan interesantísima la historia de los pobres prisioneros franceses de La Cabrera que no puedo resistirme en añadir a este magnífico artículo de Josep María otras referencias para que sigáis investigando.

martes, 23 de abril de 2013

La colaboración de Josep María Osma: El cabo noval, héroe y martir español con Cruz Laureada

Segunda entrada del colaborador Josep María Osma Bosch, que ya nos deleitó con el artículo del almirante Antonio Barceló hace 15 días. Un lujazo para Manu Militari contar con un colaborador de tan alto nivel. La historia de hoy, además, tiene que ver con Asturias, casi la segunda patria chica de Josep María.




El cabo Noval

Entre los años 1909 a 1925, muchos fueron los españoles que demostraron su heroísmo en las campañas bélicas de Marruecos, y la Patria agradecida por su espíritu de sacrificio les premió, tras los correspondientes juicios contradictorios que se les instruyó con diferentes condecoraciones según el valor demostrado,  algunas a título póstumo, siendo una de esas recompensas, la más preciada y prestigiosa de las españolas, tanto a nivel individual como colectivo, es decir, la Cruz Laureada de San Fernando, de la cual se concedieron en ese periodo 150, a las que podemos añadir las otorgadas durante las dos primeras guerras africanas, en 1859 al capitán José Gutiérrez de Maturana, y al también del mismo empleo (en 1893), Juan Picasso González, primo hermano del inmortal pintor malagueño Pablo Ruíz Picasso.

De ese más de centenar y medio de cruces ganadas en suelo africano, la Infantería fue el arma que más consiguió, las tres cuartas partes; seguida de la Caballería, Artillería, Sanidad Militar, Ingenieros, Cuerpo Jurídico, Aviación y la Armada. Referente a las edades y empleos de los recompensados, el de mayor edad, con 57, fue el teniente coronel Eloy Moreira Espinosa de los Monteros, jefe del Batallón de Cazadores de Tarifa, en 1909; el más joven (con una edad de 18 años), el segundo teniente Carlos Ramírez Dabán, en 1914. Pero, no solamente fueron jefes y oficiales en ganar esa máxima condecoración, también hubo, y en un doce por ciento, las clases tropa, como el cabo Noval, el cual será el protagonista de este artículo.

La última concesión de la Cruz Laureada de San Fernando, y en calidad de Colectiva, fue la impuesta el 1 de octubre del pasado año por el Rey don Juan Carlos I (en el Patio de la Armería del Palacio Real de Madrid) al Regimiento de Caballería Acorazado Alcántara número 10, heredero del Regimiento de Cazadores de Alcántara, 14.º de Caballería (unidad militar que tiene su origen en el siglo XVII en tiempos de Felipe IV) y que entre los días del 22 de julio al 9 de agosto de 1921, durante el conocido históricamente como Desastre de Annual (en misión de de cobertura de protección del repliegue de las tropas españolas, en su última carga a arrebato) de la fuerza en revista que tenía de sus 685 hombres segaron sus vidas en el campo de batalla 32 jefes y oficiales -incluido su jefe accidental el teniente coronel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja-, y 535 de clase de tropa (Nota del blog: ¡un 82,8% de muertos!). A modo particular, y si se me permite el comentario, es inaudito que hayan tenido que transcurrir noventa y un años para reconocer el sacrificio de esos hombres.


Luis Noval Ferrao nació en el actual número 10 de la ovetense calle de Santa Susana, en pleno centro histórico de la capital del Principado de Asturias; en la fachada de ese inmueble hay una placa de mármol conmemorativa, erigida el 19 de abril de 1910 por el Ayuntamiento de Oviedo, en la que se puede leer la siguiente leyenda:
En esta casa nació el 15 de noviembre de 1887
Luis Noval Ferrao
cabo del Regimiento del Príncipe
ofreció su vida en aras de la Patria y murió
gloriosamente
en el Zoco-el-Had (Melilla) el 28 de septiembre de 1909.
El excelentísimo Ayuntamiento de Oviedo
dedica este recuerdo a su heróico hijo.

Sus padres, también asturianos, fueron Ramón Noval Suárez, de profesión empleado municipal, y Perfecta Ferrao Sordo, nacidos en Valdesoto y Piloña respectivamente. A los 15 años abandonó sus estudios primarios y compaginó el trabajo de ebanista con clases nocturnas de dibujo en la Escuela de Artes e Industrias de Oviedo obteniendo excelentes notas.

El 4 de marzo de 1909 sienta plaza como soldado en el Regimiento de Infantería del Príncipe número 3, sito en su ciudad natal, siéndole asignado el fusil máuser número A-2391 y un cuchillo-bayoneta, cuyas armas, modelo de 1893, hoy en día pueden ser visitadas en el Museo de Ejército de Toledo. Tras unas semanas de adiestramiento, y sobresaliendo en disciplina y aplicación, jura bandera y es ascendido al empleo más inmediato al del soldado, o sea, el de cabo. El 14 de septiembre junto a su regimiento, desembarca en Melilla, plaza española en África donde días después, el día 22, participa en la toma del zoco de de el-Had de Benisicar, quedando en este lugar de guarnición.

A las 02:30h. de la madruga del 28 de ese mismo mes, Luis, hallándose de servicio de comprobación de los escuchas, sin darse cuenta, quizá pensando en su familia y amigos que habían quedado en su patria chica, se alejo unos metros de las posiciones españolas. De súbito, es atacado y apresado por un grupo de moros, los cuales, a punta de fusil, lo conducen a tiro de piedra de las alambradas que defendía la tercera compañía de su regimiento, que había iniciado fuego de fusilería al oír ruidos y no responder al santo y seña del día; entonces los apresadores gritaron: “¡Alto el fuego, que somos españoles!". El teniente Evaristo Álvarez, quien estaba al mando de la posición, a pesar de ser cerrada la noche, al reconocer al joven asturiano ordenó el cese del fuego, pero de súbito, Noval con voz enérgica exclamó: "¡Tirad, que vengo entre moros! ¡Fuego! ¡Viva España!".

Horas después, cuando los primeros rayos solares hicieron acto de presencia, la tropa española halló el cuerpo sin vida de Noval con el fusil aferrado a sus brazos, con el cuchillo-bayoneta ensangrentado y al lado suyo dos cadáveres de moros. Sus restos mortales fueron enterrados con honores militares en el cementerio de Melilla siendo trasladados al camposanto de El Salvador de Oviedo el 29 de octubre de 1916. Por esa gloriosa y heróica muerte el rey Alfonso XIII le concedió  la Cruz Laureada de San Fernando y una pensión anual de 400 pesetas que percibiría su familia (Diario Oficial del Ministerio de la Guerra número 39, domingo 20 de febrero de 1910).

La Cruz Laureada que recibió el cabo Noval

Innumerables homenajes fueron los que recibió el laureado Luis Noval Ferrao, entre los que se pueden citar, además de la citada lápida erigida en su casa natal, el solemne funeral el 19 de abril de 1910 en la catedral de Oviedo, donde se leyó una oración dedicada a su memoria compuesta por el canónigo de esa catedral Ángel Reguera López; un mausoleo en su sepultura del cementerio ovetense de El Salvador; dedicación de calles en varias localidades; una estatua en madrileña plaza de Oriente, costeada por suscripción popular, obra de Mariano Benlliure, inaugurada el 8 de junio de 1912 por el rey Alfonso XIII; obras poéticas y teatrales, como Poema de Guerra, de León Castillo en 1910 y El Cabo Noval ( Episodio trágico de la guerra de Melilla), un drama en dos actos y en verso de Francisco Jiménez en 1911.

En la actualidad, el  acuartelamiento del regimiento donde sirvió nuestro  biografiado, es decir, el Regimiento de Infantería  Ligera Príncipe número 3, con sede en Siero (Asturias) lleva el nombre de Cabo Noval, unidad militar que data de la primera mitad del siglo XVI con la denominación de Tercio de Lombardía y de sobrenombre El Osado, considerado el segundo regimiento más antiguo de Europa y el más condecorado de España, y entre las recompensas y distinciones que ostenta su Bandera se hallan los Collares de Carlos III y del Toisón de Oro (1702), tres corbatas de la Cruz Laureada de San Fernando (1836, 1856 y1937), una Medalla Militar Colectiva (1940) y la corbata de la Medalla de Oviedo (1954).    

“Soy soldado que anhela victorias,
descendiente del Cabo Noval;
quiero dar a mi Patria más gloria
Jalonando con lauros la Historia
de mi Madre, la España Inmortal”

Fragmento del himno del Regimiento de Infantería Ligera 'Príncipe', número 3
                                                               
Josep Maria Osma Bosch

miércoles, 10 de abril de 2013

Nuevo colaborador en MMilitari, Josep María Osma: Héroe y comandante de la Armada, Antonio Barceló

Hay cosas en la vida que a un simple bloguero le "llenan de orgullo y satisfacción" y le hacen sentirse como un rey. En este caso lo que nos ha ocurrido (ahora puedo decir, "nos" con las participaciones de Benjamín Rodríguez e Ibán García del Blanco, el Senador, en este blog) es que se nos ha sumado voluntariamente un nuevo colaborador que tendréis por aquí cada 15 días, Josep María Osma Bosch (además, los miércoles, cada semana alterna de este gran escritor medio balear, medio asturiano por familia, habrá firmas invitadas; la semana que viene veréis un articulazo).

En este caso, estamos orgullosísimos de presentaros a Josep María Osma Bosch, articulista prolífico sobre un montón de temas históricos, preferentemente de temática naval; y sobre Misterios en las Baleares y de otras cuestiones (de lo que hemos podido descubrir en un vistazo, incluido un artículo sobre el Pañolón de Oviedo en la que descubrimos que es medio asturianu, de la Asturia Trasmontana; ya que yo soy de León, la Asturia Cismontana, lo cual hará que posiblemente nos conozcamos en persona y comamos algún día para hablar de Historia).

Sus escritos son un poco distintos de los que solemos poner aquí, ya que son serios y muy bien documentados; pero hay que tener de todo en este blog y estamos muy felices de contar con alguien como él. Esto da caché a Manu Militari. Y mucho.


Así que os dejamos con su artículo sobre el magnífico Antonio Barceló, que casi, casi, consigue doblegar a la guarnición inglesa de Gibraltar en el tercer asedio al peñón entre 1779 y 1783; entre otras increíbles acciones. Otro héroe de la Armada Española olvidado, para variar, pero hoy le damos luz y lustre a su figura gracias a este otro balear que nos va a dejar sorprendidos más de una vez en este blog. Seguramente.

¡No se olviden de cumplir la orden de aquí abajo!