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miércoles, 7 de agosto de 2013

El general liberal español Luis Lacy y Gautier, por nuestro colaborador Josep María Osma Bosch

Sexta entrada del colaborador de Manu Militari Josep María Osma Bosch sobre el general liberal del Ejército Español de origen francoirlandés Luis Lacy y Gautier, que desertó del Ejército Napoleónico (en el que se refugió por problemas en España) para unirse a las filas ibéricas en la Guerra de la Independencia. Un personaje peculiar y muy interesante de esos que solemos olvidar los españoles pese a que les debemos mucho más de lo que creemos al luchar contra el rey Felón Fernando VII. Y valiente como pocos; el tío ordenó disparar a su propio pelotón de ejecución nada menos. Os dejamos con este magnífico artículo.

El general liberal Luis
Roberto Lacy y Gautier

Nuestro personaje nació en San Roque, provincia de Cádiz, el 11 de enero de 1772. Hijo de Patrick de Lacy Gould, de origen irlandés, sargento mayor de un regimiento que operaba en el bloqueo de Gibraltar, a su vez hijo de Guillermo Lacy, coronel del regimiento Ultonia; por la parte materna, descendientes de Francia, también tenían la profesión de las armas, que emigraron a España durante la revolución de su país que acabó con la dinastía de los Capeto. No es de extrañar que con esta tradición militar en la familia con tan sólo 13 años de edad sentara plaza de soldado en el regimiento Borgoña, conocido también como Guardia Valona, donde servían de oficiales dos hermanos de su madre, el destino era Puerto Rico, donde demostró un gran valor en el combate siendo recompensado con el ascenso a subteniente de infantería un año después de su alistamiento.

Luis de Lacy y Gautier

Al estallar la Guerra de la Independencia, Lacy deserta del Ejército galo y entra en España por Sevilla, donde se presenta ante la Junta Central solicitando el reigreso en nuestro Ejército, es admitido con el empleo de capitán; en septiembre es ascendido a teniente coronel y dos meses después a coronel dándole el mando del Batallón de Ledesma, entrando en combate contra el francés el 29 de noviembre en Bibuerca (Zaragoza), obteniendo una gran victoria; en enero siguiente ya lo vemos de coronel y en julio con los entorchados de brigadier y a mariscal de campo en marzo de 1810. En junio del año siguiente, siendo general en jefe del ejército en Cataluña, contribuye a la liberación de sus territorios del dominio francés, a partir de ese momento, y mediante escritos, empieza a demostrar su talante liberal contra el rey Fernando VII, incluso fue investigado por tal causa y ser calificada su conducta militar, cuando servía en Cataluña, relacionada con el descenso del ánimo general de la región y la posible implicación que tuvo en la explosión de un fortín en Lérida. En enero de 1813 es nombrado Capitán General de Galicia donde ingresa en la masonería en la Logia Constitucional de la Reunión Española, donde alcanza el grado de Maestro, estando en la región gallega se le concede la Gran Cruz de San Fernando.

En noviembre de 1816, tras pasar unos meses en situación de disponible en Andalucía, se traslada a Cataluña donde se pone en contacto con otros militares, entre ellos el general Lorenzo Milans del Bosch, trazando un plan cuyo fin era la realización de una marcha desde la localidad de Caldetas a Barcelona y hacer un pronunciamiento para la restauración de la Constitución Liberal de 1812. El 4 de abril del año siguiente, día previsto para la marcha, y seguramente por culpa de alguna delación o el estar enterados los servicios de información, es detenido en la misma población de Caldetas por una partida de somatenes de payeses catalanes. Mientras tanto, el general Milans del Bosch ponía pies en polvorosa logrando entrar en Francia por los Pirineos. En el momento de su detención, Lacy -al hacer entrega de espada a su apresor, el general Llauder-,  fue amonestado por su desconcertante aptitud de dejarse coger sin lucha, diciéndole, al mismo tiempo que le tendía su mano derecha: “Mi general, esta espada está bien en manos de vuestra excelencia, yo no la recibo”.

Lacy fue conducido hasta la Ciudad Condal y confinado en la Ciudadela. Semanas después, tras una intensa investigación, fue sometido a consejo de guerra, siendo el fiscal Juan Prats y el marqués de Casa-Cagigal su defensor. Fue sentenciado a muerte por el capitán general de Cataluña Javier Castaños Aragorri Uriarte y Olavide -el vencedor de la Batalla de Bailén- y masón como Lacy y Milans del Bosch: “Considerando sus distinguidos y bien notorios servicios, particularmente en este Principado, con el ejército que formó y siguiendo los paternales impulsos de nuestro benigno soberano, es mi boto que el teniente general don Luis Lacy sufra la pena de ser pasado por las armas”. Como se puede ver, Castaños, al mismo tiempo que lo elogiaba, lo enviaba al paredón. El Secretario de Guerra, temiendo un levantamiento en Barcelona para liberar a Lacy, ordenó a Castaños que trasladase el condenado para su ejecución al castillo de Bellver en Palma de Mallorca. El 30 de junio Luis Roberto Lacy y Gautier era embarcado en el navío de guerra El Catalán rumbo a la isla mayor de las Baleares, dos días después ingresaba en la inexpugnable fortaleza mallorquina.

La lápida en honor al general Lacy, en el lugar donde mandó su propio pelotón de ejecución

A las seis en punto de la mañana del día 5 de julio de 1817, el teniente general Luis Roberto Lacy y Gautier, tras pasar la noche en su celda del castillo de Bellver -el mismo aposento que ocupó años atrás Gaspar Melchor de Jovellanos-, redactando su testamento a favor de su esposa, Emilia Dugueurmeur, y ser asistido espiritualmente por dos frailes dominicos, sentado en un sillón por padecer de gota, ordenaba a un pelotón de soldados disparar contra su cuerpo. Santiago Wittingan, marqués de Coupigny, capitán general de Mallorca, le había concedido ese último deseo. Fue enterrado en la desaparecida iglesia conventual de Santo Domingo de Palma y el 6 de junio de 1820, tras el Pronunciamiento de Riego, sus restos mortales fueron trasladados a Barcelona, donde se le realizaron solemnes honras fúnebres restituyéndole, el día 25 de marzo de ese mismo año por Real Orden, y a título póstumo, todos sus honores y rango militar: “Le fuesen restituidos todos sus honores, y se mande colocar su nombre en el salón de las Cortes como muerto en patíbulo por la Constitución”. Allá en Puerto Rico le fue dedicado el nombre de un pueblo, el cual una ver restituido el poder absolutista de Fernando VII, esa localidad se la rebautizó como Ciales, un anagrama que como se puede observar son las mismas letras del apellido de nuestro biografiado añadiéndole “es”, es decir, “es lacy” sin la “y”. En el lugar donde fue fusilado se puede contemplar una lápida en su honor.

Josep María Osma Bosch

domingo, 18 de diciembre de 2011

El documental del domingo - El rostro de la batalla (con Frederick Forsyth como presentador)


Soldados-El Rostro de la Batalla 1/3 por xifos02

Os dejo aquí la primera parte de un documental con Frederick Forsyth como comentarista sobre soldados. En teoría está basado en el libro El rostro de la batalla de John Keegan, un libro FUNDAMENTAL para cualquiera que quiera estudiar Historia Militar de una forma ecuánime; ya que habla de las batallas desde el punto de vista del combatiente y desmonta un montón de mitos absurdos de los románticos y los peliculeros.

¡Que lo disfrutéis!

martes, 27 de septiembre de 2011

"¡España, cierra, cierra!", o sobre los cojones del soldado español (por Arturo Pérez Reverte)


El capitán Alatriste durante la carga final francesa en Rocroi (Juan Mundet)

A veces uno se encuentra joyas en los periódicos, pero las mejores suelen ser las de Arturo Pérez Reverte. Una de ellas, emocionantísima, ya se publicó en este blog -Las monjas y la bandera-, pero es que este pasado fin de semana nuestro escritor de cabecera en cosas de cojones españoles se salió otra vez con su escrito semanal de Patente de Corso recordando lo que es el soldado español cuando las vé putas y hay que arreglar un marrón como sea para salvar a sus compañeros. La lástima es que también recuerde lo miserables que son los mandamases de este país cuando hay que agradecerles lo que han hecho por todos sus demás conciudadanos. Pero en esencia es uno de estos artículos que uno lo lee y se le hincha el pecho. Y por eso lo comparto con todos vosotros. Ahí va.

Una historia de violencia
XLSemanal - 26/09/2011

Me dan la bronca algunos lectores veteranos porque hace tiempo que no hablo de esos personajes e historias del pasado que a veces, para bien o para mal, ayudan a encajar el presente. Así que, para quienes echan de menos las historias del abuelo Cebolleta, hoy tocamos esa tecla, recordando a uno de esos fulanos sobre los que, de nacer en otro sitio, habría novelas, películas y series de la tele. Pero nació aquí, aunque pasó la vida fuera de España, ganándose el pan con una espada. Así que tenía pocas posibilidades de figurar en los libros de texto de los colegios. Como dijo no recuerdo qué político analfabeto de los que mezclan churras con merinas, la violencia no educa.

Año 1547. La España del emperador Carlos V tiene al mundo agarrado por las pelotas. Los príncipes protestantes se han puesto flamencos, y les caen encima, entre otros, los tercios de infantería española. La cosa se dilucida en Mühlberg, con el río Elba entre los ejércitos del elector de Sajonia y el del emperador. Se acomete la gente, se retiran los luteranos, y en mitad del pifostio hay un momento delicado. Huyendo ante el empuje de la vanguardia mandada por el duque de Alba, que siega como una guadaña, los alemanes -marcando el paso de la oca, o lo que marcaran entonces- pasan el río por un puente de barcas, lo recogen en la otra orilla, y para defender el único vado y cubrir su retirada acumulan allí enorme cantidad de artillería y arcabuceros. De manera que al llegar los españoles granizan balas sobre los arneses. El de Alba, cabreadísimo, va de un lado a otro sin saber cómo hincarle el diente al asunto, pues los tudescos van a enrocarse tras las murallas de la plaza fuerte, y de allí no los sacarán ni con Tres en Uno. El emperador está a punto de llegar con el grueso del ejército, encontrando el paso bloqueado; y además, los enemigos empiezan a incendiar las barcas. Como para ingerir cianuro.

Entonces ocurre una de esas cosas que a veces nos pierden a los españoles y otras nos salvan. Algo muy nuestro. Muy de aquí. Porque de pronto, en mitad del carajal, a un soldado del Tercio Viejo se le va la pinza y empieza a ciscarse en los alemanes y en todos sus muertos; y jurando en arameo se pone la espada entre los dientes, echa a nadar por el vado bajo una lluvia de arcabuzazos, llega a la orilla con dos cojones, arremete contra los alemanes echando espumarajos, y mata a cinco. Tras él, por vergüenza torera y porque está feo dejarlo ir solo, se han echado al agua su capitán y nueve soldados, que salen chapoteando y gritando «España, cierra, cierra», como animales. Imagínense el cuadro y las pintas de mis primos, aullando mojados de barro y con ojos de locos, de mucho matar, con sus barbas, espadas, escapularios y demás parafernalia. De ese modo los colegas llegan a tiempo de ayudar al que pelea a la desesperada, acuchillando a mansalva. Así, entre los diez, hacen un escabeche de toma pan y moja. Y mientras los alemanes deciden que es momento de salir por pies a buscar unas cervezas, los españoles, chorreando agua y sangre ajena, apagan el incendio, reconstruyen el puente, y cuando llega el emperador, su ejército lo pasa tranquilamente, alcanza al enemigo, y al elector de Sajonia y a su puta madre les da las suyas y las de un bombero.

Después, Carlos V pregunta quién fue el majara que cruzó el río. Y le presentan a un oscuro soldado de padres vascos aunque nacido en Medina del Campo, llamado Cristóbal Mondragón. Y allí mismo, sobre el campo de batalla, el emperador lo llama «el mejor soldado del mejor tercio de la infantería española» y lo nombra alférez. Al capitán que lo siguió lo asciende a maestre de campo, y a los nueve soldados les da tanto dinero que Lope de Vega, en su comedia El valiente Céspedes, dirá más tarde que los ha cubierto de oro.

¿Colorín colorado? Casi. Y no como habría debido ser. Con el tiempo, Mondragón se convirtió en uno de los más destacados militares españoles en las guerras de Flandes. Amado por sus hombres, eso le granjeó -no podía ser de otra manera-, odios y envidias en España. Y Felipe II, al que sirvió con tanta devoción y valor como al padre, se portó con él como un miserable. Cuando ya veterano volvió a su patria y solicitó expediente de nobleza, los jueces se las arreglaron para inventarle antepasados judíos. Humillado, lleno de amargura y vergüenza, Mondragón regresó a Flandes, de donde no había de volver nunca. Acabó con noventa años, digno hasta el fin, ordenando que lo pusieran en la ventana para que sus soldados, que lo adoraban, lo viesen morir. En su testamento pedía, en pago a sus servicios, la castellanía de Amberes para su hijo y una capitanía de lanzas para su nieto. El rey, naturalmente, no concedió ni la una ni la otra.
Vía: Patente de Corso XL - Semanal.

lunes, 6 de junio de 2011

El enigma del mensaje Verlaine (Día D)

Paracaidistas ingleses coordinan sus relojes antes de ser lanzados en Normandía

Como hay que celebrar el desembarco de Normandía porque hoy es 6 de junio y como no quiero hacerlo con lo de siempre, os dejo este artículo de Jan, el administrador del desaparecido grupo en español líder en debate sobre Historia Militar De Re Militari sobre el mensaje Verlaine, el famoso de los violines que alertó a la resistencia francesa de que llegaba la invasión desde las islas británicas. Con sorpresa para todos, puesto que ese mensaje no debía haberse transmitido por la BBC.

Por cierto, al final del artículo tenéis unos enlaces a una página de fotos del desembarco recién sacadas a la luz y otro para que oigáis el mensaje Verlaine tal cual se emitió y con alguna que otra anécdota más.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Cómo cambia la prensa al cambiar el Gobierno...

Esta anécdota la recogí un comentario de Facebook y es realmente buena (creo que lo colgó mi amigo José Luis Villarig). Tiene que ver con el regreso de Napoleón en el Imperio de los Cien días una vez había llegado a Francia escapado de la isla de Elba y la actitud del periódico principal galo respecto a ello a cada día que pasaba en su viaje a París el emperador.
El cronista parlamentario Luis Carandell hablaba en una conferencia de memoria sobre cómo los periódicos observan la realidad dependiendo de quién los dirija y las circunstancias que se van produciendo. La anécdota real es un poquito más larga y las palabras no son exactas, aunque transmiten bastante bien los cambios del periódico conforme Napoleón avanzaba. Unos titulares más exactos se pueden ver aquí y son estos: 9 de marzo: “El monstruo escapó del lugar de su destierro” 10 de marzo: “El ogro corso ha desembarcado en Cabo Juan” 11 de marzo: “El tigre se ha mostrado en Gap. Están avanzando tropas por todos lados para detener su marcha. Concluirá su miserable aventura como un delincuente en las montañas” 13 de marzo: “El tirano está ahora en Lyon. Todos están aterrorizados por su aparición” 18 de Marzo: “El usurpador ha osado aproximarse hasta 60 horas de marcha de la capital” 19 de marzo: “Bonaparte avanza a marcha forzada, pero es imposible que llegue a París” 20 de marzo: “Napoleón llegará mañana a las murallas de París” 21 de marzo: “El Emperador Napoleón se halla en Fontaineblau” 22 de marzo: “Ayer por la tarde Su Majestad el Emperador hizo su pública entrada a las Tullerías. Nada puede exceder el regocijo universal”.
Cierto como la vida misma. Yo, que soy periodista me sonrío cuando la leo. Pero es que es tal cual. Me imagino al director del periódico realista saliendo por patas de París el día antes y a otros más afines al emperador poniendo titulares espectaculares esperando a ser el nuevo jefazo y es que me parto. ;-)

lunes, 20 de septiembre de 2010

"Aunque sí pierda el barco"


Imagen de la última bandera española en América (1826)

Dejo aquí este impresionante, impresionante, artículo de Arturo Pérez Reverte sobre la bandera española, unas monjas, Puerto Rico, y las órdenes que hay que cumplir honrada y valientemente en una guerra. Yo estoy absolutamente emocionado tras leerlo.

Las monjas y la bandera
XLSemanal - 20/9/2010

Hace algunos años, en el canal de entrada de San Juan de Puerto Rico, frente a los castillos del Morro y San Cristóbal, me llamó la atención una enorme bandera española que alguien ondeaba en un edificio blanco próximo a la embocadura. «Son las monjas», dijo quien me acompañaba, que era mi amigo y editor en Puerto Rico Miguel Tapia. «Y eso es que está entrando un barco español.» No hablamos más en ese momento, pues estábamos ocupados en otras cosas; pero lo de la bandera y las monjas me picó la curiosidad. Así que después procuré enterarme bien del asunto, que resultó ser una bella historia de lealtades y nostalgias. Algo que realmente comenzó hace más de un siglo, el 16 de julio de 1898.

Aquel fue el año del desastre. Trece días antes, la escuadra del almirante Cervera, que había salido a combatir sin esperanza en el combate más estúpido y heroico de nuestra historia, había sido aniquilada en Santiago de Cuba por el abrumador poder naval norteamericano. Los buques de guerra yanquis bloqueaban la isla de Puerto Rico, impidiendo la llegada de refuerzos y suministros a las tropas cercadas. En esas circunstancias, el Antonio López, un moderno y rápido buque mercante que había salido de Cádiz con armas y pertrechos para la guarnición, recibió un telegrama con el texto: «Es Que Usted Haga Llegar Preciso El Cargamento Un Puerto Rico Aunque Sí Pierda El Barco». Veterano, disciplinado, profesional, con los aparejos en su sitio, el capitán del Antonio López, que se llamaba don Ginés Carreras, intentó burlar el bloqueo estadounidense. No lo consiguió. El 28 de junio, cuando navegando sin luces y pegado a la costa intentaba entrar en San Juan, fue localizado por el USS Yosemite, que lo cañoneó. El capitán Carreras logró escapar a medias, varando el barco en Ensenada Honda, cerca de la playa de Socorro, desde donde en los días siguientes intentó llevar a tierra cuanto podía salvarse del cargamento. Pero dos semanas más tarde, el USS New Orleans se acercó para dar el golpe de gracia, destrozándolo a cañonazos.

Fue entonces cuando se tejió la historia que les cuento. Bajo el bombardeo, un tripulante del Antonio López, que se había atado la bandera del barco a la cintura antes de echarse al agua para intentar ganar tierra a nado, llegó gravemente herido a la orilla. Nunca pudo averiguarse su nombre, pues murió en brazos de un puertorriqueño de los que acudieron a ayudar a los náufragos. «Que no la agarren», suplicó el marinero mientras moría, señalando la bandera. Y el puertorriqueño cumplió su palabra, quizá porque se llamaba Rocaforte y era de padres gallegos. Hombre supersticioso o religioso, y en cualquier caso hombre de bien, por no incumplir la demanda de un moribundo, la guardó en su casa durante años. Y al fin, un día, pensó en las monjas.

Eran españolas, de las Siervas de María, instaladas en la isla desde 1897. Atendían un hospital junto a la boca del puerto, y permanecieron allí después de la salida de España y la descarada apropiación de la isla por los Estados Unidos. Acabada la guerra, las hermanas, con la natural nostalgia, adoptaron la costumbre de saludar desde la galería del hospital, agitando sus pañuelos, cada vez que un barco de su lejana patria entraba o salía en el puerto. Eso dio a Rocaforte la idea de confiarles la bandera. Se presentó en el hospital, contó la historia a la madre superiora, y le entregó la enseña. Y desde entonces, cuando entraba o salía de San Juan un barco español, las monjas hacían ondear en la galería, en vez de pañuelos, la vieja bandera del barco perdido.

Todavía lo hacen, un siglo después. De las veintisiete monjas que atienden hoy el hospital de las Siervas de María, ya sólo cinco son compatriotas nuestras. Pero cada vez que un barco español pasa frente al hospital, navegando lentamente por la canal de boyas, su capitán cumple el viejo ritual de dar tres toques de sirena y hacer ondear la bandera en respuesta al saludo de las monjas, que desde la galería agitan la suya. De haberlo sabido, aquel anónimo marinero del Antonio López que hace ciento doce años se arrojó al mar, intentando ganar la playa bajo el fuego norteamericano con la enseña de su barco atada a la cintura, estaría satisfecho. Me pregunto si quienes salieron a la calle tras el último partido del Mundial de Fútbol, llenándolo todo de colores rojo y amarillo, serían conscientes de que se trataba de la misma memoria y la misma bandera. Y de que, al ondearla con júbilo en calles y balcones, rendían también homenaje a tanta ingenua y pobre gente que, manipulada, engañada, manejada por los de siempre -«Aunque Sí Pierda El Barco», ordenaron los que diseñan banderas pero nunca mueren defendiéndolas-, cumplió honradamente con lo que creía eran su deber y su vergüenza torera. Y esto incluye a las monjas de San Juan.

miércoles, 20 de enero de 2010

Guerra futura, Haití y teorías de la conspiración

Es llegar a ayudar y a los estadounidenses ya los critican por 'invadir'

Es curioso cómo los aficionados a las teorías de la conspiración utilizan a veces los males de los demás para ir contando cositas varias sobre los programas militares secretos de las grandes potencias. En este caso se apoyan en el terremoto de Haití para denunciar que ha sido culpa de un programa militar de los EE.UU para provocar terremotos.

Independientemente de lo que pienso de los conspiradores, que son personas que saben contar cuentos para ganar mucho dinero, y de la utilización de una tragedia como la haitiana para aprovecharse de ello aquí no me corto: hay que ser cabrón; lo de los programas militares de todo tipo siempre ha sido una cosa muy curiosa que leer. Otro asunto muy distinto es creerse todo lo que dicen ¡incluso cuando es verdad que utilizaron extrañas líneas de investigación!

Un día habrá que hacer un listado de programas militares fallidos y ponerlo por aquí, pero mientras tanto podéis leer este artículo editado en Público sobre diversos programas militares supuestamente secretos para controlar el clima, provocar terremotos, usar tecnología extraterrestre (además de estar aliados con ellos) y reproducir las diez plagas de Egipto, ya puestos.

Vía: Diario Público.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Campofrío homenajea a los militares españoles



Las navidades me encantan. Pero entiendo que hay muchos militares españoles que están lejos de casa, trabajando en situaciones muy duras, y cuando uno ve el anuncio de Campofrío se hincha de orgullo. Además, si quieres apoyarles, puedes pasarte por el grupo de Facebook Homenaje a los militares que están fuera de España por Navidad y mandarles un bonito mensaje para estas fechas (ya hay casi seis mil admiradores).

Por lo demás, disfrutad de la versión extendida del anuncio, que es genial, respetuoso, está perfectamente hecho y muy, muy currado (Ah, y a ver si tenéis la suerte de ver el otro anuncio más corto en la tele, el del soldado español pidiéndole a uno alemán -al que llama Beckenbauer- que le deje el teléfono para llamar a mamá; genial).

martes, 19 de mayo de 2009

El ridículo español ante Federico el Grande

Tropas prusianas de Federico el Grande

Estoy leyendo con bastante interés el libro de Jesús Hernández ¡Es la guerra! Las mejores anécdotas de la Historia Militar, que da nombre a su blog. Este periodista e historiador es uno de los mejores escritores españoles en el sector de la Historia Militar. En su curriculum tiene varios libros sobre la Segunda Guerra Mundial y también se ha acercado a la Gran Guerra del 14 y la Guerra de Secesión Estadounidense.

El caso es que el libro que tengo entre mis manos es una compilación de anécdotas militares divididas por épocas históricas explicadas de forma muy sucinta; es altamente recomendable. Una de ellas me llamó poderosamente la atención porque muestra las razones de que España estaba dejando de ser una potencia militar de primer nivel en aquella época, más o menos la mitad del siglo XVIII.

La anécdota es un pie de página, pero es ilustrativa:
Los éxitos fulgurantes del Ejército prusiano despertaron la atención de toda Europa. A Prusia llegaron representantes de la mayoría de reinos europeos, interesados por descubrir las claves que habían hecho de ese pequeño ejército una fuerza tan temible.
España envió a Juan Martín Álvarez de Sotomayor, con la misión de recoger todos esos datos para que pudieran ser luego aplicados al Ejército español. Cuando Álvarez se presentó ante Federico, el monarca prusiano evidenció su sorpresa porque fuera precisamente España quien se interesase por sus revolucionarios métodos militares.
El rey reconoció que buena parte de las innovaciones aplicadas en su ejército provenían de un tratado español llamado Reflexiones militares, [del marqués] de Santa Cruz de Marcenado. Los once tomos en que constaba la obra los tenía en un lugar bien visible de su despacho. El representante del monarca español, ruborizado, tuvo que admitir que no conocía la obra, ante la sorpresa de Federico.
Aquel marqués era Alvaro Navia Osorio y Vigil  -entre otras cosas fue el fundador del Regimiento Asturias que aún existe-, que murió en 1732 cuando Federico tenía 20 años. Los españoles, muy dados al cainismo, obviaron ese tratado que tantos éxitos había dado al pequeñísimo pero disciplinadísimo Ejército de Prusia. Quizás tuvo que ver el cambio que los Borbones provocaron en las tropas españolas, que pasaron de organizarse en Tercios a Regimientos. Una de mis teorías es que cuando una serie de ideas extranjeras se imponen a las propias de un país -como ocurrió en la España que pasó de los Austrias a los Borbones, aunque éstos trajeran modernidad-, éste se bloquea y tarda mucho en asumir lo nuevo. Por tanto hubieron de pasar muchos años para que los españoles volvieran a tener una eficiencia más o menos decente. Y duró poco, porque después de la Guerra de Independencia, la ruina fue tan total que se tardaron doscientos años más hasta volver a ponernos en la zona de vanguardia como en la actualidad.

La anécdota que nos cuenta Jesús en su libro termina (como dice la Wikipedia) en que el rey prusiano, al ver azorado al embajador español y para que no se volviera con las manos vacías, cedió una marcha de granaderos al rey de España. Al parecer esa composición sería nuestro actual himno nacional. Cosas que tiene la vida.

sábado, 9 de mayo de 2009

Un sistema de defensa de misiles, a la venta en eBay

Yiiiihaaaaaa!!!!! (Fotograma de 'Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú')

Hay cosas que son pifias de verdad. Esto lo extraigo de una lista de correo sobre juegos de rol, pero en la que está gente que merece la pena (Esencia) y en la que de vez en cuando se habla de cositas militares y hay algún que otro aficionado de renombre a los Juegos de Guerra. Resulta que a alguien de Lockheed Martin se le ocurrió la feliz idea de vender ordenadores de segunda mano en eBay, suponiéndose que para ahorrar dinero a la compañía.

Pues bien, según esta noticia, un grupo de universitarios que estudia los contenidos de los discos duros de las computadoras del mercado de segunda mano, se encontró nada más y nada menos que "información en teoría ultra secreta como un documento que detalla procedimientos de lanzamiento de misiles, planos y fotos de las instalaciones y datos privados del personal de este contratista militar". Documentación que se puede obtener con programas al alcance de cualquiera. 

Como bien dicen en Esencia, esto parece la T.I.A. (y nunca mejor dicho, por lo de Aeroterráquea). Así que cuidadín con la manera de borrar vuestros secretillos en el ordenata... un martillo pilón parece ser lo más efectivo para un disco duro. Si es que como los métodos tradicionales no hay nada.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Navidades dentro de la guerra

El día de Navidad de 1914, en plena Gran Guerra, se produjo un extraño suceso: los soldados ingleses y los alemanes confraternizaron durante varios días celebrando la navidad.

Este suceso me lo ha recordado Jan, el dueño de la lista de correo De Re Militari -que todo aficionado a la historia militar en castellano debería conocer- en uno de sus habituales correos de felicitación de estas fiestas.

Así que me he puesto a indagar por ahí y podéis leer tres versiones de lo ocurrido (1, 2, y 3), aparte de una crítica de cine de una película francesa que narra lo ocurrido: Feliz Navidad.

Aunque lo digo con retraso: felices fiestas y próspero año nuevo.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Napoleón en Astorga

Miembros de los Voluntarios de León, en un pueblo cerca de Astorga

Es suficiente que una cosa esté cerca como para olvidarse de ella. En este caso me refiero a la recreación histórica de Napoleón en Astorga, ciudad que está en la provincia en la que vivo, León.

Estas ya son las terceras jornadas que organiza la Asociación Voluntarios de Léon cada dos años con la colaboración del Ayuntamiento de Astorga desde  el año 2004. Se celebran los días 5, 6 y 7 de diciembre (y debía haber publicado algo sobre ellas antes, la verdad). Las siguientes tendrán lugar en 2010 y 2012, coincidiendo con los bicentenarios de los sitios de Astorga.

Este año cuentan con la participación de 450 uniformados a la usanza napoleónica procedentes de varios países como Francia, Polonia, Inglaterra, Portugal o Alemania, y diversas comunidades autónomas españolas. 

La historia del sitio, que se produjo en 1810 tras un intento fallido el año anterior por parte de las tropas francesas, la podéis leer aquí. Además hay un par de anécdotas curiosas relacionadas con el sitio una, un atentado contra Napoleón, y otra, lo que los ingleses le deben a Astorga tras su retirada en 1808.

Si podéis acercaros por allí lo disfrutaréis. Y si no, ya haré yo una reseña de las noticias que se han publicado sobre el evento.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Primer almirante estadounidense: padre español

El almirante de la US Navy David Farragut, de padre español

El placer de consultar una enciclopedia no está sólo en conocer algo más sobre un tema en particular, sino en encontrar cosas nuevas y sorprendentes. Esto es lo que me ha pasado al consultar la wikipedia -de la que soy esporádico colaborador- y encontrarme con que el primer almirante de los Estados Unidos de América fue hijo de padre español.

El caso es que ví una fotografía del almirante David Farragut, y con ese apellido pensé que no podía ser más que de familiares españoles. Y acerté. Lo más curioso es que su padre combatió contra los ingleses en la Guerra de Independencia Americana. Esto es algo que me encanta, un español dándole caña a los ingleses en aquellos años. Bueno, hay que reconocer que los propios ingleses hablaban maravillas de los marinos españoles en aquellos tiempos; pero a un españolito como yo le gusta criticar a la Royal Navy de Collingwood, Jervis y Nelson cuando se puede, que son pocas las veces.

Si quieres conocer algo más sobre el primer almirante de los EE.UU., y dominas el inglés, puedes consultar el artículo de la wikipedia inglesa aquí.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El misterio del testículo de Hitler... y el turismo belga


Con permiso de Jesús Hernández, el autor de varios libros interesantísimos de la Segunda Guerra Mundial y otros conflictos, me remito a un comentario en su blog sobre la posibilidad de que Adolf Hitler hubiera perdido un testículo en la Primera Guerra Mundial, sobre la que este gran escritor español tiene otro interesante libro.

Simpática cuestión del hombre que llevó a la raza superior alemana al desastre más absoluto. Siempre me pregunté cómo los rubios y arios alemanes perdían el sentido ante un tipo más mediterráneo que otra cosa (pelo negro y bajito). Además, le faltaba un huevo; tiene miga la cosa.

Y, para colmo -y esto también hay que agradecérselo a Jesús-, resulta que a los belgas les da por emitir en su televisión un anuncio con Hitler marcándose un estriptís para anunciar un sorteo de un viaje turístico a Berlín. Yo lo de los belgas es que no lo he entendido nunca, no sé qué gracia tendrá este personaje de horror para atraer al turismo de los Países Bajos (y más con lo que les hizo). En fin, cosas veredes amigo Sancho.