miércoles, 12 de junio de 2013

La colaboración de Josep María Osma: El príncipe Ferrando de Mallorques (Mallorca)

Cuarta entrada del colaborador Josep María Osma Bosch, que con la falta de actualizaciones de este blog va a parecer que es el suyo propio (y se lo merecería sin duda). En esta ocasión habla del príncipe Fernando de Mallorca, tercer hijo de Jaime II de ese reino, cuya vida guerrera podría ser comparable a Enrique de Castilla y León (hermano de Alfonso X de esos reinos), ya que fue aventurero, jefe de los Almogávares y un fuerte militar protagonista de los movimientos militares en Sicilia y Grecia de la época (al Enrique del reino occidental de la península le correspondió ser senador de Roma, cruzado e incluso candidato al trono leonés enfrentado a su hermano Alfonso). Son dos militares aventureros prototípicos de la Edad Media española con tantas vicisitudes que sorprende la coincidencia de sus figuras: incluso al final de sus vidas fueron los tutores de los reyes Sancho I de Mallorca en el caso de Ferrando y  Fernando IV de Castilla y León en el caso del segundo. Apasionante vida la del mallorquín, sin duda -cuya historia militar comienza con el fin de la del senador de Roma, Enrique-, y explicada con la excelente pluma de Josep. Todo un lujo que hace de este blog algo muy especial para su editor y lectores. Con este apasionante artículo os dejamos.


El príncipe aventurero 
Ferrando de Mallorques

Según Albert Lecoy de la Marche, uno de los más grandes eruditos sobre el Reino de Mallorca, en su libro Les relatións politiques de la France avec le Royaume de Majorca (Paris, 1892) data en el año 1278 el nacimiento de nuestro protagonista, sin saber el lugar exacto, aunque supone que fue en una de las tres urbes más importantes del Reino de Mallorca: Ciutat de Mallorca (actual Palma), Montpellier o Perpinyà. Al no ser heredero al trono se le destinó a la vida religiosa, pero pronto demostró una gran destreza en el manejo de las armas y un carácter extrovertido no propio para vivir el resto de sus días en un cenobio.

En febrero de 1304, dos años después de haber sufrido un intento de secuestro por parte del caudillo almogávar italiano Roger de Flor -quién al no poderlo llevar a cabo con éxito devastó las costas mallorquinas-, estando en el castillo de Còs -en Sant Joan de Pla de Cors (Occitania)-, el fraile Bernat Deliciós, en nombre de la conjuracion que se preparaba para separar Occitania de Francia, le ofrece la corona de esos territorios. Ferrando aceptó. Su padre, que también se hallaba por los contornos en una entrevista con el rey de Francia, Felipe IV -con el que también mantenía unas excelentes relaciones diplomáticas-, le reprendió por su acción, situación que dio a lugar a una enemistad entre padre e hijo que duraría varios años. Acto seguido, Ferrando abandonó Occitania fijando su residencia en Barcelona donde estaba la corte de su primo el rey Jaime II de Aragón. Transcurridos dos años, ofrece sus servicios al rey Federico III de Sicilia, reino que pertenecía a la Corona aragonesa. En el contrato firmado por las dos partes se nombraba al mallorquín jefe supremo -en sustitución de Roger de Flor asesinado por los bizantinos-, de las Companyes Catalanes, los almogávares, unidades mercenarias con poca disciplina a sus mandos compuesta por aragoneses, valencianos, mallorquines, catalanes, alanos, turcos y de otras nacionalidades, que al grito de "¡Desperta Ferro!" ("¡Despierta Hierro!") combatían por el antiguo Imperio Otomano, en el Mediterráneo Oriental, territorios que pretendían tener bajo su poder los anteriormente citados monarcas de Aragón, Francia y Sicilia.



Semanas después llegaba a su destino, Galiopoli, en los Dardalenos, donde se hizo respetar y obedecer por los jefes de cuerpo Berenguer d' Enteça, Fernando Xemenis d' Arenós y Ramon Muntaner; este último con el que congeniaría más y quien con el devenir del tiempo se convertiría en uno de los grandes cronistas medievales. Con el que no hizo buenas migas fue con Robert de Rocafort, un valenciano envidioso y traidor que pretendía la jefatura máxima de los almogávares y que para lograrlo urdió un plan para asesinar a los otros cuatro mandos, aunque solamente pudo realizarlo en la persona de Berenguer d' Enteça. Ferrando, viendo que aquellos sanguinarios e indisciplinados hombres, acostumbrados a matar y al saqueo, eran imposibles de gobernar, decidió abandonarlos y junto a Ramon Muntaner iniciaron el viaje de regreso a Sicilia. Años después, Robert de Rocafort, habiendo traicionado al rey de Sicilia, fue hecho prisionero por el rey Roberto de Nápoles, terminando sus días en ese mundo terrenal en una lúgubre mazmorra de la fortaleza napolitana de Aversa.

El castillo de Nápoles

Tras pasar un tiempo en las localidades griegas como Thassos, Almyros, Scorpelos, habiendo salido del puerto de Halkis y estando cerca de la isla de Eubea -antaño llamada Negroponte-, en el Mar Egeo, fueron interceptados de Carlos de Valois, enemigo acérrimo de Federico III de Sicilia, embarcaciones al mando de Tibaut de Cipoys. Tanto el Infante como Muntaner permanecieron un año encerrado, bajo la vigilancia del duque de Atenas en el castillo de Saint Omer, una fortaleza de dominio galo en Grecia que sería destruida años después por los almogávares de Rocafort y de la que hoy en día solamente resta en pie una torre. El primero en recobrar la libertad fue Ramon Muntaner, y poco después Ferrando gracias a las intercesiones de los reyes de Mallorques, Aragón, Francia y de su hermana Sanxa -esposa del monarca de Nápoles-, llegando a Perpinyà donde fue recibido con todos los honores y se reconcilió con su padre.

A principios de 1309, su padre -con el cual, como hemos visto, ya estaba plenamente reconciliado-, le comisionó para que con cien caballeros, muchos hombres de a pie y con varias galeras participase en el asedio que los reyes Jaime II de Aragón y Fernando IV de Castilla y León -aprovechando las luchas internas de los moros granadinos-, habían puesto sitio a Al-Maryyat Bayyana, la ciudad de Almería. Tras unos meses de algunas escaramuzas, y en pleno invierno, en las cual Ferrando volvió a demostrar sus dotes de mando y valerosidad -incluso llegando a matar en una lucha cuerpo a cuerpo a un hijo del emir de Wadi Ash (actual Guadix)-, el rey de Aragón levantó su campamento a cambio de la devolución de los prisioneros cristianos; el de Castilla y León hizo lo mismo pero a cambio de una fuerte suma de dinero.

Mientras Ferrando luchaba con denuedo por tierras moras de Almería, su padre proyectaba su matrimonio, siendo tres las mujeres de sangre azul las elegidas, pero ninguna de las negociaciones llegaron a buen término: Isabel, hermana del rey Fernando el Emplazado de Castilla y León, se casó con el duque Juan III de Bretaña; Clarencia de Hungría-Anjou, hija de Carlos Martes de Anjouy sobrina de Roberto de Nápoles; y la hija de un alto dignatario jurista de Gallura (Cerdeña).

Deceso de su padre
A la muerte de su padre, ocurrida en el Palacio Real de la Almudaina de Ciutat de Mallorques el 23 de mayo de 1311, Ferrando se ocupó de organizar las honras fúnebres y entierro, tomando la regencia del reino hasta la llegada del nuevo monarca, su hermano Sanxo, que reinaría por la renuncia de Jaume, el mayor de de los hijos mayores de fallecido rey, por haber ingresado el la orden religiosa de San Francisco de Asís. Desde la llegada de Sanxo, que se hallaba en Perpinyà, nuestro personaje fue a la vez su asesor y escolta, acompañándolo en viajes como el realizado el 6 de agosto de ese mismo año en Sales, en los límites del Rosselló en una entrevista con el rey Felipe IV el Bello de Francia. Al año siguiente es requerido de nuevo por su pariente Federico III de Sicilia dándole el Señorío de Catalina y el castillo de Ursino, con la jurisdicción civil y criminal sobre sus nuevos súbditos.

El 12 de febrero de 1314, en Messina (Sicilia) se firman las capitulaciones de su matrimonio con Isabel de Sabrán, de catorce años de edad, heredera del Principado de Morea-Acaya (Grecia) y del Señorío de Matagrifon en el Peloponeso griego. Anteriormente ya había tenido algunos hijos naturales, siendo el más conocido Pagà, que murió luchando en la batalla de Llucmajor (Mallorca) el 25de octubre de 1349 en el último intentó de recuperar el reino mallorquín usurpado por Aragón. En julio de ese mismo año, Isabel de Sabrán engendra un niño que nacería el 5 de abril del siguiente año y que con el tiempo se convertiría rey de Mallorques con el nombre de Jaume III. Un mes después del parto, y al regreso de un viaje por tierras mallorquinas, la adolescente madre fallece. El recién nacido, a instancias de su desolado padre, es dado en custodia a su gran amigo Ramon Muntaner, quien tras un viaje por mar y tierra lleno de peligros por el temor de un secuestro del infante por parte Luis de Borgoña -viudo de Mafalda de Hainaut, pariente de Isabel de Sabrán, y de Roberto de Nápoles, ambos pretendientes al Principado de Morea-Acaya-, lo entrega en Perpinyà a la reina Esclaramonda, viuda de Jaume II de Mallorques.

Moneda Aquea bajo el Gobierno de Ferrando de Mallorca (Wikimedia Commons)

Mientras tanto nuestro aventurero Ferrando prosigue con su vida bélica. El 17 de agosto, defendiendo sus derechos sobre Morea-Acaya, al frente de un gran ejército almogávar, desembarca en Clarenza tomando el castillo de Clermont y ocupando todo ese territorio de Morea. Tras esa gran y sonada victoria, sus adversarios, Roberto de Anjou, Luis de Borgoña a los que se había añadido la República de Venecia siguieron con contraataques; pero, de nuevo, la gran estrategia en el arte de la guerra de Ferrando, que había solicitado refuerzos a su hermano Sancho y a su primo el rey de Aragón, los derrotó el 22 de febrero siguiente en la batalla del río Alpheilo o de los Carbones, cercano a las ruinas de Olimpia. Medio año antes había contraído matrimonio en segundas nupcias con Isabel de Ibelin princesa de Chipre, de esta unión nacería un hijo postumo que se llamaría como él.

Muerte en batalla
El día 5 de julio, no habiendo recibido los refuerzos solicitados a sus parientes, entabla batalla en Manola (Grecia), contra las tropas de Luis de Borgoña. En ella es derribado de su montura y decapitado dando su cabeza a mostrar al borgoñés, quién, en un acto de nobleza, ordenó colocará junto al resto del cadáver y cubrirlo con una capa. Al día siguiente, dos galeras mallorquinas, llevando a bordo los refuerzos en su momento requeridos por el malogrado Ferrando, fondeaban en el puerto de Clarenza sin realizar el desembarco. El almirante de la expedición naval, el mallorquín Arnau de Cassà, mantuvo a bordo una entrevista con un representante de Luis de Borgoña, acordándose la repatriación de los restos mortales del infante. Semanas después, en Perpinyà, Ferrando era sepultado, según su testamento, en la iglesia conventual de los dominicos de aquella ciudad peninsular del Reino de Mallorques, y en esa jornada las honras funebres fueron dobles, ya que hacía pocos días que había fallecido su madre, la reina Esclaramonda. Casualmente, treinta y tres años después, su hijo Jaume III morirá de la misma forma y a manos de un anónimo almogávar en la batalla de Llucmajor (Mallorca).
                                                               
Josep Maria Osma Bosch

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